Rafael Correa. Lucio Gutiérrez. Álvaro Noboa. Martha Roldós. Cuatro nombres en los que se resume el triste panorama de la política ecuatoriana.
Rafael Correa ganará. De eso no hay duda. Pero estas elecciones quedarán como un recordatorio de que la política no cambia, que no hay voces que valgan la pena, que algo distinto deberá suceder en cuatro años si queremos salvarnos.
Noboa y Gutiérrez, representan el pasado que queremos dejar atrás. Correa es el presente del que queremos librarnos. Y Roldós es una reacción valiente al presente, pero una reacción que nos llevaría en una dirección equivocada.
Gutiérrez. No se puede esperar mucho de un ex presidente que se hizo famoso por liderar un golpe de Estado. Linda forma de pretender dirigir una democracia. Su paso por la presidencia fue una oportunidad perdida. El dictócrata se burló de la democracia. Lo echaron a la calle. Hoy su credibilidad es escasa. No suenan tan mal algunas de sus propuestas, pero ¿cómo creerle?
Noboa. ¿Será que disfruta perder elecciones? Esta será su cuarta derrota. Su papel como candidato a la presidencia se ha caracterizado por hacernos sufrir a los ecuatorianos de una terrible vergüenza ajena colectiva. Aunque esta vez ha dicho que no utilizará la religión y el show en su campaña (no más Biblia al aire, rezos arrodillados, y conversaciones directas con el más allá), ya lo conocemos y sabemos que es difícil ese cambio. Noboa representa la política que debemos enterrar: partido político con dueño, sin real ideología, creado para llevarlo al poder; campañas y discursos populistas donde los votos se consiguen con promesas imposibles; ausencia de ideas y planes reales de cambio.
Roldós. Admiro su oposición a este Gobierno con el cual ella simpatizaba inicialmente. Su voz en estas elecciones representa a esa izquierda desencantada con este Gobierno cuya ideología se ha limitado a la acumulación de poder. Representa a muchos que votaron llenos de esperanza por Correa. Que se identificaban con Alianza PAIS. Pero que ya no pueden apoyar a un Presidente que manda a detener a cualquiera que lo mira mal, por dizque ofende su majestad. No pueden identificarse con un socialismo, cuyo principal enfoque no es el bienestar de la sociedad, sino mantener la popularidad suficiente para reelegirse eternamente. Lastimosamente Roldós apoya una izquierda radical alejadísima del camino que nos puede llevar al progreso.
Y Correa. Prometió cambio. Y lo trajo. Un cambio para mal. Cambio hacia el autoritarismo, el Estado obeso y la concentración de poder. El cambio que no queremos. Su gobierno despilfarró nuestro dinero a cambio de popularidad y votos. Su estilo espantó la inversión. Y hoy, sin la plata de antes, los problemas serán reales y tocarán cada uno de nuestros estómagos y billeteras.
Ya nos ha tocado en el pasado votar por el mal menor. Pero creo que nunca como ahora ha sido un voto tan doloroso. Ni siquiera tenemos la vaga esperanza de que el mal menor pueda ganar o incluso alcanzar la segunda vuelta.
Si bien el voto nulo representa un rechazo a todos y todo, no ayuda en nada. Mejor votar por alguno, que desperdiciarlo en ninguno.
Voto doloroso. Voto vacío de esperanza. Voto que daré al que vaya segundo, en rechazo a este Gobierno.
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