miércoles, febrero 04, 2009

Bala universitaria

Un reciente domingo, mientras desayunaba tranquilamente frente al mar de Playas, me atraganté con un titular de diario El Universo que decía “Bala en los comicios de Universidad Católica”.

La noticia contaba de enfrentamientos y agresiones, que terminaron con disparos, entre estudiantes de la facultad de Leyes de la Universidad Católica de Guayaquil. Tres listas de estudiantes se enfrentaban en la votación para elegir a las dignidades de la Asociación de Estudiantes de la Escuela de Derecho. Por lo visto se detectaron irregularidades e intento de fraude. Había papeletas adulteradas.

Estos días hay muchas malas noticias que te pueden dañar el desayuno de domingo con vista al mar. Tenemos una crisis financiera global que toca las puertas de nuestro país con fuerzas. Tenemos un Presidente, admirador del comunismo cubano, cumpliendo dos años de haber acumulado más poder del que nadie debe tener en este país. Tenemos fuertes lluvias golpeando casas indefensas. En fin, tenemos muchos problemas que nos pueden opacar el paisaje azul del cielo y el mar.

Pero fue esta noticia de la Universidad Católica la que más me preocupó. Y es que ante los problemas de hoy, siempre no decimos, con nuestro incorregible optimismo, que las próximas generaciones serán mejores y lograrán arreglar todo lo que hoy anda mal. Recurrimos al inagotable eslogan de que los jóvenes somos la esperanza. Nos convencemos que en las universidades de hoy se forma el próximo líder que nos inspirará.

Pero en las universidades ya vemos las mismas prácticas que en la política de afuera. Peleas, fraude, pugna de poder. Bala.

Por suerte no hubo muertos ni heridos. Los disparos seguramente fueron solo un aviso, una demostración de poder. Pero asusta pensar que entre los próximos abogados y políticos, salidos de una institución privada respetada, ya se den estas prácticas.

Tuve la oportunidad de vivir de cerca procesos electorales en las universidades donde estudié en Estados Unidos. Siempre me llamó la atención el respeto y seriedad con que se desarrollaban. Los candidatos hacían campaña de puerta en puerta, presentaban sus propuestas, empapelaban el campus con sus eslóganes, y el día de la elección esperaban los resultados. El perdedor felicitaba al ganador. Y listo. Como debe ser.

Nada de insultos. Nada de peleas. Nada de pugnas. Nada de fraude. Y sobre todo, nada de bala. Eso hubiese sido noticia central de CNN y el New York Times.

Una vez, uno de los candidatos hizo un reclamo de fraude ante las autoridades de la universidad. Dijo que otro candidato había llevado a votar a estudiantes de un curso superior que estaban impedidos de hacerlo. Se investigó el caso. El fraude era cierto. Se descalificó y sancionó al candidato. ¿Adivinen de dónde era el tramposo? Latino. Mexicano.

Talvez sea un error compararnos con países desarrollados. Su nivel cultural está muy por encima del nuestro. No podemos esperar igualarlos sin antes pasar por todo un proceso de cambio. Pero ese proceso debe iniciarse en nuestras instituciones académicas.

Nuestra cultura política la vamos formando desde chiquitos. El respeto por las instituciones, la ley y los procesos democráticos son un aprendizaje que empieza en nuestras clases. Debemos incentivar a nuestros alumnos en escuelas, colegios y universidades a competir limpiamente en las contiendas políticas de sus instituciones y a cumplir sus promesas electorales. Y a los votantes a exigir que sus compañeros elegidos rindan cuentas.

Si no hay ese aprendizaje en democracia, difícilmente cambiará nuestra política. Quisiéramos que nuestra política universitaria fuera un ejemplo para la política de afuera, pero parece ser solo un reflejo de ella.

Yo que amanecí con todo el optimismo de domingo, me encontré con esta noticia que hablan tan mal de nuestro futuro político. Talvez exagero. Talvez estas peleas y disparos fueron un caso aislado. Talvez la política universitaria sí está cambiando. Talvez hoy en las aulas de nuestras escuelas, colegios y universidades se está formando toda una generación de mejores políticos y profesionales. Talvez.



* Publicado en revista Clubes de febrero.

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