Estaba buscando alguna buena noticia para cerrar el 2008 y abrir de forma positiva este 2009 que hoy empieza. Leí los periódicos locales. Pero encontré todo un año de peleas, insultos y conflictos políticos. Busqué en diarios internacionales. Pero todo habla de crisis. Y los últimos titulares del año estuvieron manchados de sangre de israelitas y palestinos que se siguen matando. Encendí la televisión, pero no me ayudó. Malas noticias, peores expectativas. Difícil tarea encontrar buenas noticias este fin de año.
Me estaba resignando a no tener nada bueno que comentar para arrancar este 2009. Hasta que mi hija se me acercó mientras escribía, estiró sus brazos, me dijo “upa” para que la cargue, me sonrió y me dio el beso más rico en la mejilla. Y en ese momento encontré mi buena noticia. Tiene año y medio, le encanta la salsa de tomate y se llama Sofía. Mientras jugaba con Sofi a hacer bolitas de plastilina fueron apareciendo frente a mi, claras y sonrientes, otras buenas noticias que ocurrieron en este año que nos ha dejado.
Este año, por ejemplo, Sofi aprendió a caminar, a decir sus primeras palabras y a bailar saltando sin parar. Y en este 2008 compartimos, en familia, mesa, vino y sonrisas. Este año conocí lugares y gente interesantes, fui a trabajar cada día, y desperté cada mañana junto a la mujer que más quiero. Este año, por ejemplo, reí mucho más de lo que lloré; di cientos de besos y cero puñetes; y tuve muchas más conversaciones agradables que discusiones. Me emocioné, aplaudí, aprendí.
Estas buenas historias se repiten de persona a persona. Todos tenemos buenas noticias personales que contarnos. Más allá de problemas, lágrimas y tristezas que nunca faltan, podemos todos contarnos muchas victorias cotidianas.
Lo triste es que nuestras buenas historias se dieron a pesar de nuestro Gobierno, no gracias a él. Que la mayoría de políticos otra vez ser sirvieron de nosotros en lugar de servirnos. Que a pesar de nuestros esfuerzos por salir adelante, nuestras buenas acciones anónimas palidecieron frente a las vergonzosas acciones de quienes hacen noticia.
Con todos los problemas que enfrentamos, nuestras buenas noticias personales nos recuerdan que mientras estemos bien como individuos, avanzaremos como sociedad. Eso lo conseguiremos mientras respeten algo tan sencillo y elemental –pero difícil de entender para algunos— como nuestra libertad individual.
Que no traten de vendernos falsos sueños colectivos, robando nuestros derechos individuales. Que no se lleven la plata de nuestra jubilación y seguridad social, con la excusa de un beneficio nacional. Que no se apropien de nuestros ahorros privados, con un falso cuento del desarrollo social. Que no limiten nuestra libertad individual para conducir nuestras propias vidas, ser felices y tener más buenas noticias que contar, con la excusa de tontas revoluciones que terminan controlando el qué, cómo y cuándo de nuestra historia personal.
El 2009 se viene difícil. Y lo será más si quienes nos gobiernan no entienden que solo respetando y protegiendo nuestra libertad individual para crear nuestras propias noticias, alcanzaremos más buenas noticias como país y sociedad.
Brindo por un 2009 en el que, a pesar de crisis, deudas y problemas, respeten nuestra libertad.
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