sábado, noviembre 22, 2008

Por culpa del euro

Hemingway y sus amigos escritores y artistas vivieron una buena época en la que los dólares sí que rendían. Basta leer las farras, banquetes y todo el trago que se tomaban en novelas como “París era una fiesta” para darse cuenta que nunca pasaron problemas de billetera. Con los chequecitos en dólares que les llegaban por sus artículos y novelas a sus apartamentos de exilio europeo les bastaba para disfrutar del viejo mundo y sus delicias. Hemingway y sus compañeros exiliados se salvaron del Euro.

Estoy de vacaciones en España. Ahora viajo en tren a Madrid. Ayer me tomaba una cerveza de 6 euros en un café de Barcelona. La tomé lentamente para que dure. Saboreando cada sorbo por cada euro que me costó. Envidio a Hemingway y sus amigos que con sus dólares se bebían Europa entera.

Estas épocas del euro fuerte, con franceses, alemanes, españoles, italianos y sus vecinos bien agarrados de las manos, han complicado los sueños de exilios europeos de los artistas americanos del Siglo XXI, que caminan con dólares y otras debiluchas monedas en sus bolsillos. Si el París de Hemingway hubiera tenido el euro de hoy, la fiesta hubiera acabado la primera noche. O quien sabe, talvez con los precios tan altos, Hemingway y compañía se hubieran emborrachado menos y escrito más. Lo cierto es que la prosperidad europea y el cotizado euro han aniquilado el sueño de nuevos artistas de nuestro lado del charco de escribir, pintar o simplemente embriagarse y soñar eternamente en París, Roma, Madrid o cualquier pueblo del viejo continente. Toca ahora quedarse en casa, viajar por el mundo en Internet, o escapar a más humildes versiones de París que siempre surgen por ahí, como Buenos Aires.

Estos días mientras viajo por España la gran noticia es la crisis financiera mundial. Las bolsas cuelgan de un hilo. Los bancos se desmoronan. Los gringos y europeos no pueden pagar sus hipotecas y deudas. Y los gobiernos han salido al rescate de los pobres banqueros. El plan de Bush alcanza los 700 mil millones de dólares. En los noticieros lanzan la cifra como si nada. Como quien comenta el estado del clima o el resultado del último partido de fútbol. ¡Pero son 700 mil millones! ¡Mucha plata! En Inglaterra nacionalizan la banca. Y aquí en España el gobierno también habla de miles de millones de euros mientras abre de par en par la billetera nacional. Y mientras escucho estas catastróficas noticias no puedo evitar soñar que con la crisis este primer mundo se vuelve algo más barato, que cada euro ya no cuesta un ojo de la cara, tomarse un trago en un bar deja de ser un golpe bajo a la tarjeta de crédito y Europa vuelve a ser una fiesta para los americanos que nos movemos al ritmo del dólar.

Mi tren está llegando a la estación. Da vueltas en mi cabeza la canción de Sabina, mientras me bajo en Atocha y me quedo en Madrid. Aunque no será por mucho tiempo. Europa sigue siendo una fiesta. Pero a ritmo de dólar ya no dura tanto. Yo ya me quedé sin un centavo. Toca volver. Allá donde podré tomar más tranquilo las próximas rondas de cerveza.


* Publicado en revista SoHo de Noviembre

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