George Bush demostró a su país y al mundo lo que pasa cuando un pueblo se equivoca al votar. Todos sabían que no era precisamente el candidato más brillante para manejar el destino de la primera potencia del mundo. Sin embargo, el país votó y volvió a votar por él. Y el mundo entero sufrió las consecuencias de una mala elección.
La izquierda latinoamericana, y sobre todo su rama retrógrada encabezada por Hugo Chávez, ha sido la más beneficiada del mal gobierno de Bush. Bush se convirtió en ese enemigo común que siempre viene bien para echarle la culpa de todos nuestros males. Sus ocho años en el poder desprestigiaron a su país y los valores que representa. Nuestros políticos supieron aprovecharlo.
Por eso la elección de Barack Obama es la mejor noticia para Latinoamérica este año. Sus posturas proteccionistas no nos beneficiarán. Pero eso será secundario frente a la nueva imagen que le dará a su país. Y mientras Estados Unidos tenga el respeto del mundo, los políticos populistas que se alimentan de gastados eslóganes antiyanquis y anticapitalistas tendrán menos apoyo y menos oportunidades de ganar.
Irónicamente, la “izquierda” en Estados Unidos –si se puede llamar izquierda en nuestros términos a Barack Obama y los demócratas– debilita a la izquierda latinoamericana, sobre todo a los “socialistas del siglo XXI”. No será tan fácil para Hugo Chávez y compañía ganarse aplausos insultando a Obama. No tendrán el mismo efecto que los insultos contra Bush.
Es fácil criticar al poderoso. A nuestros políticos que siguen vendiendo socialismos enterrados les encanta hablar de todo lo que anda mal en el mundo por culpa del capitalismo, la ambición y tanto cuento más. La actual crisis financiera mundial les ha dado más fuerza a sus críticas. No ven que son las sociedades capitalistas, desde Estados Unidos a Suecia, las que realmente han prosperado. Convencen a las masas desencantadas con la idea de gobiernos Robin Hood que lo resolverán todo quitándoles a unos para darles a otros.
George Bush se las puso demasiado fácil a estos políticos latinoamericanos y del mundo. Les hizo muy fácil criticar a Estados Unidos, al capitalismo y a las sociedades libres, donde es posible prosperar gracias a sus gobiernos y no a pesar de ellos. Esas sociedades donde han emigrado tantos ecuatorianos en busca de una vida mejor.
La nueva y renovada imagen internacional que ganará Estados Unidos de la mano de Barack Obama será un arma más poderosa para contagiar los valores liberales en el mundo que todas esas muertes, bombas y guerras dizque para promover la democracia con las que Bush se ganó el rechazo del planeta entero.
Se siente algo diferente en el ambiente con el triunfo de Barack Obama. Un optimismo que se contagia más allá de fronteras, nacionalidades e ideologías. Una sensación de que el mundo puede ir en una mejor dirección. Esperemos que la realidad sea tan buena como las expectativas creadas. Más allá de las políticas específicas del presidente Barack Obama hacia Latinoamérica, su sola presencia, impacto y nueva imagen que le da a su país y lo que representa, ya beneficia a nuestra región.
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