jueves, mayo 29, 2008

Enemigos imaginarios

Me acuerdo cuando Bush todavía era un presidente popular. Los gringos le creyeron el cuento de las armas de destrucción masiva y apoyaron su invasión a Iraq. En esa época, lo “patriótico” en Estados Unidos era apoyar a su presidente, apoyar su gobierno, apoyar la guerra. Una ola de fanatismo sacudió ese país. Se llegó a extremos como boicotear a las Dixie Chicks, una banda de música country, por haber criticado al presidente. O a la ridiculez de llamar freedom fries a las french fries, para dejar bien claro el rechazo al gobierno de Chirac que se oponía a la invasión a Iraq.

Ante el apoyo masivo al presidente Bush y la guerra, criticarlo estaba casi fuera de lugar. Pocos se atrevían a hacerlo, corriendo el riesgo de ser públicamente rechazados o ridiculizados. Bush había logrado convencer a su país de que era del interés nacional la guerra contra Iraq. Que la dignidad, honor, patriotismo –y todas esas palabras que usan los políticos para ganar puntos de popularidad– del país estaban en juego.

Me acuerdo de esto cada vez que escucho al presidente Rafael Correa insistir en esta supuesta crisis con Colombia. El Gobierno quiere meternos a todos los ecuatorianos en esta guerra imaginaria. Y quiere hacernos sentir que lo patriótico, lo soberano, lo digno, lo altivo es defender al país contra este supuesto enemigo. Por suerte, no han logrado seducirnos con ciegos fanatismos. No boicotearemos las canciones de Shakira ni nada por el estilo.

Pero no deja de preocupar esta insistencia del Gobierno de esconder sus errores y las acusaciones en su contra creando enemigos imaginarios. Nada como un enemigo externo común para unir a un pueblo y hacerle olvidar sus problemas internos. El Gobierno lo sabe y arma todo un show, demanda a funcionarios colombianos y hace un berrinche internacional, a ver si así tapa las acusaciones de ser compinches de las FARC.

El mundo entero ve a nuestro gobierno como cómplice de las FARC. El aporte de las FARC a la campaña presidencial de Correa es una noticia internacional. Solo el gobierno ecuatoriano –y sus amigos en Venezuela y Nicaragua– niegan la autenticidad de la información en las computadoras de Reyes, y tratan de convencernos que nuestra paz está amenazada por el gobierno colombiano antes que por la guerrilla terrorista.

Pero combatir al gobierno colombiano no es del interés nacional como nos dicen desde el poder. Es del interés del Presidente, de su gobierno, de su partido, de sus “compañeros”. Que no nos metan a todos los ecuatorianos en el mismo saco patriotero.

Sería bueno que el Gobierno en lugar de insistir en su posición contra el gobierno de Colombia, insistiera en una posición clara contra las FARC. Tal vez así en el mundo nos dejarían de ver como amigos de terroristas. Que en lugar de crear enemigos externos que despierten un falso patriotismo y despilfarrar nuestro dinero en nuevos armamentos, se concentraran en resolver los muchos problemas casa adentro. ¿No era este el gobierno del cambio?

Cuando los gringos finalmente despertaron de esa euforia belicista que les nublaba la realidad, la popularidad de Bush descendió a niveles donde siempre mereció estar. Tarde o temprano la verdad nos libera de la ceguera patriotera. Mejor que sea temprano.

jueves, mayo 22, 2008

Fiesta en picada

La Asamblea ha decidido continuar su fiesta 60 días más. Y para la votación de esta alegre resolución estrenaron el voto electrónico (con solo seis meses de atraso). Alberto Acosta nos había asegurado que la Constitución estaría el 24 de mayo. Tal vez ahora nos dirán que nunca especificaron de qué año.

A estas alturas del partido la Constitución debía estar lista y los asambleístas haciendo maletas. Pero debe ser duro abandonar esa buena vida de sueldos altivos y amaneceres trotando en la playa. Y como la plata del Estado es plata de nadie, premiemos con infinito amor y dos meses más de sueldos y viáticos la ineficiencia de los asambleístas. Eso si no resuelven, como alguien ya propuso por ahí, basándose en sus plenos poderes continuar unos meses más. Lástima que a nadie se le ocurrió poner en el estatuto que si la Constitución no estaba lista en los seis meses, los días adicionales de trabajo serían sin paga para los asambleístas y sus asesores. ¡Ya tendríamos esa nueva Constitución encuadernada con todas sus tildes revisadas!

Lo interesante es que Rafael Correa se las ha arreglado para mantener su popularidad mientras la Asamblea la pierde en picada. Como que la gente trata al Presidente y la Asamblea como dos cosas separadas. Olvidan que este Gobierno llegó al poder por la promesa del cambio que la nueva Constitución generaría. Y que el atraso y eventual fracaso de esta Asamblea son principalmente culpa del Presidente: si Rafael Correa no la hubiera convertido en su fábrica de mandatos, los Asambleístas se habrían podido concentrar más en escribir la nueva Constitución.

Pero al final del día los únicos culpables del éxito o fracaso serán los mismos asambleístas, empezando por su presidente Acosta. Ellos convirtieron el galpón de Montecristi en una extensión de Carondelet. Olvidaron esa misión, que les encargó todo un país, de escribir una buena Constitución, en lugar de desperdiciar mañanas y tardes entre mandatos, acuerdos, indultos, jabones y conchas spondylus.

El presidente Correa debería estar preocupado. Cada día que pasa, la Asamblea se desprestigia más. En estos dos meses que les quedan –que según nos dicen en la práctica son solo 48 días laborables– los asambleístas deberán apurar lo que no han hecho en seis meses. Será inevitable que los artículos se aprueben en bloque sin mayor debate. Y quedará la impresión de un trabajo mal hecho y al apuro. En definitiva, una estafa de ocho meses a todos esos ecuatorianos que votaron esperanzados por una supuesta refundación de la patria.

De repente, los asambleístas se convierten en los principales aliados de la oposición. Su desprestigio vuelve posible que el Sí no obtenga esa mitad más uno de los sufragantes en el referéndum aprobatorio.

Y todo esto nos regresa a ese primer artículo del estatuto de la elección, instalación y funcionamiento de la Asamblea. ¿Se acuerdan? Ese que decía bien claro que “La transformación del marco institucional del Estado y la nueva Constitución solo entrarán en vigencia con la aprobación en referéndum, de la nueva Constitución.” Desde el momento que los asambleístas violaron su razón de ser, aprobando arbitrariamente mandatos enviados desde Carondelet, se inició el desprestigio. Hoy empiezan a cosechar su abuso de poder.

martes, mayo 20, 2008

A la cama con Uniqua

* Desde este mes escribiré una columna en la revista SOHO. Aquí va la primera entrega.



Ser padre te cambia la vida. Pero sobre todo te cambia el canal de televisión.

Antes que naciera Sofía yo era el amo y rey del control remoto en mi cuarto. Bueno, para ser sincero, en la práctica le cedía constantemente mi reinado a Luisa, mi esposa. Pero digamos que compartíamos pacíficamente el control sobre el control. Existía un feliz consenso televisivo conyugal sobre qué programas ver y cuándo verlos.

En aquellos tiempos, antes que nuestro poder televisivo se viera amenazado, Luisa y yo disfrutábamos de esos programas en Cable donde la inteligencia todavía es un factor que se considera. Aprendíamos con Megaconstrucciones y MythBusters en el Discovery Channel. Degustábamos el mundo y sus culturas con los viajes gastronómicos de Anthony Bourdain. Planeábamos la decoración de nuestro apartamento con los programas en Discovery Travel & Living. Reíamos con Two and a Half Men. Recordábamos nuestros años niuyorkinos con las ironías de Seinfeld. Nos quedábamos boquiabiertos y desconcertados con cada nuevo capítulo de Lost.

Y como no solo de Cable vive el hombre, en las mañanas poníamos los noticieros nacionales para enterarnos de la última ridiculez de este gobierno “altivo i soberano”, el último crimen en la ciudad, los chismes de nuestra escotada farándula, o las últimas ocurrencias salidas de ese horrible edificio en Montecristi donde escriben nuestra infinita y poética Constitución.

Al llegar el fin de semana, siempre había tiempo para el último estreno cinematográfico en DVD pirata comprado al vendedor del semáforo de la esquina. Y cuando no había nada que ver o no llegábamos a un consenso sobre qué canal poner, terminábamos en ese fantástico invento televisivo que ha logrado conciliar batallas conyugales en colchones alrededor del mundo: FTV. Ellas ven las últimas tendencias de la moda; nosotros nos deleitamos con los cuerpos que vienen debajo de la moda.

Esa era nuestra vida televisiva. Hasta que llegó Sofía. Y con sus sonrisas, sus llantos, y sus pañales premiados, tomó posesión física, moral y emocional del control remoto. Así, sin avisar, ni pedir permiso.

Pasé sin darme cuenta del Discovery Channel a Discovery Kids. Los viajes de Anthony Bourdain se transformaron en las lecciones de geometría del perrito Doki. Y la espectacular modelo argentina de FTV fue destronada por Uniqua, ese extraño “animal” rosado (¿qué diablos será?) que forma parte de los Backyardigans, una serie sobre cinco amigos que con su imaginación transforman su patio trasero en mundos llenos de aventuras. Todo por una sonrisa de Sofía. Todo por evitar sus llantos.

Pero aquí viene lo más grave y vergonzoso. Hemos sido hipnotizados por estos muñequitos que pueblan el mundo de Discovery Kids. Los desgraciados parecen tener algún poder escondido. El otro día, mientras Sofía dormía plácidamente en su cuarto y Luisa y yo teníamos finalmente la televisión para nosotros, nos descubrimos viendo inconcientemente un nuevo capítulo de Backyardigans. Estábamos tan entretenidos con las nuevas aventuras de Uniqua y sus amigos que nos tomó varios minutos salir de ese estado hipnótico en el que habíamos caído. Al darnos cuenta de la situación cambiamos de canal de inmediato. Pusimos un noticiero local que nos lleve a temas más serios y adultos. Rafael Correa aparecía en ese momento hablando – vociferando— sobre nacionalismo, socialismo, patriotismo y otros absurdismos más.

Volvimos a Uniqua. Sus aventuras son más divertidas y reales.


* Publicado en revista SOHO de mayo

jueves, mayo 15, 2008

Idioteces democratizadas

El reciente video que muestra el insulto del presidente Rafael Correa a un migrante ecuatoriano en Madrid revela, de alguna forma, el enfoque equivocado de la famosa “democratización de los medios” que tanto apasiona a varios asambleístas.

El video muestra a Correa en medio de seguidores, fotógrafos, guardaespaldas y hombres encorbatados. Se escucha una voz repitiendo “Presidente escuche a los jóvenes”. Y Correa muy al estilo Correa le dice “Por idiotas como tú es que queda mal toda la comunidad ecuatoriana”.



Este tipo de reacción tan poco presidencial ya dejó de llamarnos la atención viniendo de nuestro presidente. Correa no es el único en avergonzar a su país de esa manera. Hace poco, el presidente francés Sarkozy causó un escándalo en su país cuando le dijo “pauvre con” (pobre idiota) a un hombre que se negó a darle la mano. El momento fue capturado, al igual que el incidente de Correa, por una cámara que se coló entre la multitud. Y el video salió a dar infinitas vueltas por internet, generando todo tipo de comentarios.

Y eso nos lleva al tema de la “democratización de los medios”. Esta Asamblea que pretende arreglar todo a base de mayor control, regulación e imposiciones, cree que tendremos mejores medios de comunicación metiendo en ellos las narices del Estado y regulando quiénes pueden o no ser sus dueños.

Pero la cobertura de incidentes como el de Correa en Madrid demuestran que la verdadera democracia en los medios y el verdadero acceso democrático a la información solo se dan con una mayor oferta de fuentes informativas, presentes en internet. Gracias al internet, el país y el mundo entero pueden enterarse de estos sucesos y opinar al respecto, sin necesidad de tener un programa de opinión en televisión o una columna en un diario. Un blog es la forma más libre de generar y acceder a información. Sin internet cualquier escándalo podría ser censurado por los grupos privados o el Gobierno controlando los medios. Seguramente no veremos mayor información sobre este vergonzoso suceso en el diario estatal El Telégrafo o en la página web de la Presidencia. Será en los medios privados, pero sobre todo en internet, donde estén la información y los comentarios libres de censura.

Los blogs, publicaciones virtuales y servicios como You Tube son los medios más temidos por los políticos de hoy que antes podían salirse con la suya. Cualquier metedura de pata, abuso o escándalo da la vuelta al mundo en segundos. Es en internet donde está la democratización de la información.

Por eso, en lugar de desperdiciar tiempo y tinta en absurdos reglamentos, regulaciones y leyes dizque para democratizar los medios y al final no hacer otra cosa que limitar la libertad de expresión, los asambleístas deberían entender que la democratización ya se da solita en internet.

El reto es generar las condiciones que permitan al país alcanzar una educación de calidad y acceso a la tecnología. Solo así hablaremos de un verdadero y democrático acceso a la información. Solo así, ver por internet a Correa insultar a ese migrante o comentarlo en algún blog dejaría de ser un privilegio de pocos. Y todos verían con libertad lo que los “medios democratizados” y regulados por el Estado seguramente intentarían esconder.

jueves, mayo 08, 2008

La política de trago en mano

Desde que empecé a escribir esta columna hace tres años me han invitado a varias reuniones con grupos de personas llenas de ganas de meterse en política, entrar en acción y poner el hombro por el país. Ahí nunca faltan buenas ideas y propuestas para formar movimientos políticos, reformar partidos caídos o involucrarse en temas actuales.

Estas reuniones eran especialmente apasionadas en época de elecciones. Ante el temor del proyecto de Rafael Correa, que se lo identificaba en ese entonces más que ahora con el proyecto de Chávez, no faltaba todo tipo de propuestas políticas para contrarrestar el avance de estas ideas socialistas.

Son reuniones siempre interesantes, con gente llena de buenas intenciones por mejorar las cosas en este país. Los debates son siempre entusiastas. Los planes ambiciosos. Se arman agendas de trabajo, se intercambian contactos. Uno sale de ahí lleno de energía. Listo para cambiar al país.

Pero pasada la adrenalina de la noche, uno llega a casa, vuelve a lo suyo y rara vez hay una segunda reunión. Regresamos a nuestros trabajos y nuestras preocupaciones familiares. A los pagos de la luz, el cable, el arriendo, el carro, el colegio de los hijos, la comida. Regresamos a la realidad que nos limita a lo inmediato, sin dejarnos tiempo para todos esos proyectos e ideas para cambiar el país. La política queda para discutirla en la próxima fiesta o el próximo almuerzo de negocios. Hasta ahí nomás. No hay tiempo, ni dinero, ni el deseo de complicarnos la vida.

Ahora que Rafael Correa se consolida hay menos de esas reuniones. Se habla menos de la necesidad de unir a la oposición en un grupo fuerte que apoye las tesis liberales para hacer contrapeso a esta avalancha socialista. Como que nos hemos acostumbrado al Gobierno. Ya no se siente esa urgencia de hace unos meses.

Vendrá el referéndum para aprobar la Constitución. Ganará el sí de largo. Vendrán las elecciones presidenciales y de otras dignidades. Ganará Correa y su partido. Y cuando ya sea muy tarde, volverán todas esas reuniones desesperadas por hacer algo por este país y evitar que caigamos en un socialismo más profundo.

Queremos y buscamos una oposición fuerte y a ese líder que pueda hacer contrapeso al Presidente. Pero no queremos involucrarnos. A veces se necesitan situaciones extremas para que surjan nuevos líderes. Yon Goicoechea, líder estudiantil venezolano que visita nuestro país, es un buen ejemplo de ello. Su liderazgo nacional emergió en momentos extremos para frenar y decirle “no” a un Chávez que aplastaba libertades y buscaba acaparar todo el poder.

Acá seguimos esperando pasivamente que las cosas se arreglen solitas, que todo vaya mejor, o en todo caso no tan mal. Que no haya necesidad de grandes manifestaciones. Que podamos continuar la vida sin muchos sobresaltos.

La política es muy bonita, muy interesante, muy emocionante para discutirla con un trago en mano. Pero ser político es otro cuento. Es muy complicado. Cuesta plata, tiempo, estrés, y una rápida caída del pelo.

Así nos dejamos llevar por los políticos de turno. Somos espectadores pasivos de la realidad nacional, listos siempre para reclamar y vociferar cuando las cosas anden mal. Aunque no hagamos mucho por evitarlo.

miércoles, mayo 07, 2008

Revista la U. - Mayo 2008

Ya está circulando la U. de mayo en tu universidad!!!





Para pautar en revista la U. escribe a revistalau@yahoo.com (tarifario adjunto). Envíanos tus artículos, fotos, ideas o comentarios a revistalau@yahoo.com.

sábado, mayo 03, 2008

Entendiendo a Lucía

Estoy viendo en la tele a Lucía Morett recién salida del hospital. Lucía es la estudiante mexicana que fue herida en el ataque al campamento de las FARC en territorio ecuatoriano, en el que murió el líder guerrillero Raúl Reyes. En ese ataque murieron también cuatro de sus compañeros mexicanos de la universidad. Lucía llora sentada en una silla de ruedas junto a sus padres. Tiene dolor y rabia por lo que le pasó. Cuenta que vio cómo los soldados colombianos disparaban y remataban a gente herida. Dice ser “una víctima más del terrorismo de estado colombiano”. Niega estar vinculada a las FARC. Que su interés al estar ahí era “académico”.

Veo a Lucía y me pregunto: ¿Qué poder especial tiene ese idealismo revolucionario de
izquierda para seguir atrayendo a la juventud latinoamericana? ¿Por qué esas ideas políticas probadamente fracasadas en Europa oriental, en Cuba y en cualquier lugar que intenten implementarlas siguen siendo idealizadas en las aulas universitarias? ¿Por qué las ideas liberales que sí han funcionado en tantos países no despiertan el mismo interés? ¿Cómo es posible que la guerrilla colombiana tenga simpatizantes que legitimen su sangrienta guerra, sus abusos, sus secuestros, sus asesinatos?

Lucía dice algo que seguramente es real: “no he cometido ningún delito”. Ser una creyente en la “revolución bolivariana”, o creer que las FARC luchan por la justicia en Colombia, o estar convencida que Hugo Chávez es el salvador de América Latina no es un delito. Está en su libertad de creer que los elefantes vuelan.

Por eso, si bien rechazamos que las Lucías del mundo hagan quedar a las FARC como víctimas inocentes de un conflicto y una violencia que ellos iniciaron, tampoco son aceptables posiciones extremas de quienes ven en estos estudiantes a terroristas tan malos como los guerrilleros. Estos grupos de jóvenes que se reunieron en ese fanático Congreso Continental Bolivariano en Quito pueden causarnos gran rechazo --y encajar perfecto el molde del “Perfecto Idiota Latinoamericano”--, pero están en su libertad de creer y apoyar lo que ellos quieran. La democracia se trata de respetar todas las posiciones. Lastimosamente a veces esas posiciones absurdas ganan elecciones.

La izquierda extrema, el socialismo y su ideal revolucionario, a pesar de sus fracasos, ha ganado la guerra emocional en el tercer mundo que compra cualquier sueño. El Che se ve bien con su cigarro y su boina en las camisetas. Ronald Reagan todavía no pega. Hasta al más convencido liberal le ponen la piel de gallina esas canciones de música protesta.

La canción “Papá cuéntame otra vez”, del cantautor español Ismael Serrano, de alguna forma explica por qué hay tanta Lucías en Latinoamérica y el mundo. En la canción –muy bonita y emocionante, de paso—un joven le pide a su papá que le cuente de esas emocionantes épocas que vivió en los sesenta de “dulce guerrilla urbana en pantalones de campana, y canciones de los Rolling, y niñas en minifalda”. De “aquel mayo francés en los días de vino y rosas” en los que los jóvenes ocuparon la Sorbona. Y como el Che no puede faltar en la nostalgia guerrillera, dice también la canción: “Papá cuéntame otra vez esa historia tan bonita de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia, y cuyo fusil ya nadie se atrevió a tomar de nuevo, y como desde aquel día todo parece más feo.” Esa nostalgia por vivir revoluciones en las calles y ponerle una rosa al fusil de algún soldado opresor sigue viva en muchas Lucías.



Los jóvenes de ahora tenemos la suerte de saber con mayor precisión cuáles formas de gobierno funcionan y cuáles fracasan. Con todo lo malo, el mundo de hoy ha progresado y aprendido de sus errores del pasado. El romanticismo socialista suena bonito en la música protesta, pero no en los estómagos vacíos de Latinoamérica. Las universidades tienen ahí un reto. Pero será el fracaso de las mismas “revoluciones bolivarianas” en Latinoamérica, con su mayor injusticia, opresión y pobreza, lo que entierre esas ideas en los jóvenes que aun creen en ellas.

Yo espero que Lucía viva en libertad. Sería un error del gobierno mexicano acusarla de terrorismo o algún delito. La convertirían en heroína bolivariana y a sus compañeros muertos en mártires de la causa. Quien sabe, pasará el tiempo y talvez Lucía, como tantos otros, se de cuenta que el progreso no está en las boinas, ni las armas, ni los gritos de revolución. Y de aquí a unos años la encontremos hablando de las virtudes del libre mercado y la globalización.


* Publicado en revista Clubes de mayo

jueves, mayo 01, 2008

Fracaso publicitario

Leyendo una revista gringa me encontré con un aviso que invitaba a invertir en Irlanda del Norte. El aviso decía: “En Irlanda del Norte creemos que la educación es la clave para competir en Europa”. Y continuaba: “Es fácil ver por qué muchas de las principales empresas del mundo escogen Irlanda del Norte como su base en Europa. Tenemos la ubicación estratégica perfecta. Además, invertimos en educación más que cualquier otra región del Reino Unido...”.

Mientras leía el aviso imaginaba el que podría hacerse de Ecuador. ¿Qué podemos decir? ¿Qué podemos venderle al mundo? ¿Qué ventaja con respecto a otros países de América Latina podemos ofrecer?

Por el lado de la educación habría poco que destacar. La libreta de nuestra educación pública está llena de rojos. Se queda de año. Sigue politizada. Nuestros estudiantes siguen en desventaja. Estamos lejos de poder decir que en Ecuador nos distinguimos en la región por el nivel de educación.

¿Que otra cosa podríamos poner en ese aviso? Veamos. “Venga a invertir a Ecuador, donde la Asamblea Constituyente puede decidir que su empresa ya no es suya, que las reglas con las que llegó ya no se aplican, o que coja sus maletas y se vaya por la sombrita, y eso sí, nos deje aquí todo lo que invirtió”. O quizás: “Aléjese de esos aburridos países donde las cosas no cambian y se puede planear a largo plazo, mejor venga a invertir y vivir la emoción de este país, donde nunca sabemos lo que ocurrirá mañana”. Se me ocurre un eslogan: ‘Ven y disfruta la ‘emoción’ de invertir en Ecuador’.

En lo único que sí podemos decir algo bueno, similar al aviso de Irlanda del Norte, es justamente en aquello donde no hemos hecho nada para ganarlo: nuestra ubicación estratégica. Estamos en el centro de América Latina. Cerca de todo. Es una ventaja que nos vino solita. Y por suerte no hay forma de movernos, o ya algún político hubiese encontrado la forma de hacerlo.

En fin, es poco lo bueno que podríamos poner en la versión ecuatoriana de ese aviso que invite al mundo a invertir. Más allá de nuestra ubicación y una moneda estable —y ni de eso estamos del todo seguros— somos un país de incertidumbres.

En realidad, bajo el gobierno actual, las preguntas como que deben dar un paso más atrás. Se vuelven más elementales. Son, por ejemplo: ¿Queremos atraer a inversionistas extranjeros? ¿Queremos competir con otros países de la región? ¿Queremos publicar ese aviso en el que ofrecemos al mundo las ventajas de invertir en Ecuador?

Nuestro Gobierno parece responder una y otra vez que “no”. No queremos atraer inversión. No nos interesa publicar ese aviso que diga “ven, invierte en Ecuador”.

Hoy, no solo que la inversión y las empresas no llegan, sino que se alejan del país. No quieren quedarse en las actuales condiciones. Prefieren perder plata abandonándolo todo, antes que continuar con la incertidumbre que les da este Gobierno.

Hoy tendríamos muy pocas ventajas como país para ofrecer en ese aviso que invite a invertir aquí. Nos falta tanto. Y las acciones del Gobierno y su Asamblea no están ayudando a hacernos más atractivos ante el mundo. Sino lo contrario. Ese aviso sería un fracaso publicitario.