A estas alturas del partido, si algo tenemos claro, es que hay Correa para largo. O al menos para el siguiente período presidencial que iniciaría con las elecciones que convoque la Asamblea.
Este Gobierno ha demostrado una gran habilidad para hacerle el quite a los escándalos, mantener viva la idea de que representa el cambio, y así sostener un buen nivel de popularidad. Si a esto le sumamos los fondos petroleros con los que cuenta para sus programas y campañas, y la ausencia de una oposición fuerte, resulta casi imposible imaginar un cambio de inquilino en Carondelet.
He escuchado a gente de oposición al Gobierno decir que a buena hora que Álvaro Noboa no ganó. Con un Noboa presidente se podía pronosticar un destino similar al de Mahuad y Gutiérrez. Esto en el trayecto hubiese ridiculizado y sepultado, más de lo que ya está, a la derecha ecuatoriana –o lo que la gente percibe como derecha–. Hoy en cambio, el previsible fracaso a mediano plazo de las políticas estatistas y el socialismo anticuado de este Gobierno, brindan la oportunidad para que nuevas voces y grupos de oposición puedan surgir.
Lastimosamente, salvo excepciones, la oposición de hoy se hace daño a sí misma. No vemos una oposición que despierte interés en la gente. Estos últimos días han surgido voces de una derecha más preocupada con imponer ideas religiosas que promover un Estado pequeño con todas las libertades (individual, de mercado, de expresión, de prensa, etcétera). Ese énfasis en temas como Dios en la Constitución, aborto y homosexuales, podrá ganar aplausos en iglesias y templos, pero para un país que lucha por sobrevivir sin trabajo e inundado son temas secundarios.
Esa derecha conservadora nos recuerda demasiado a Noboa de rodillas con Biblia en mano. Su protagonismo no le hace un favor a la causa de la oposición. Necesitamos una oposición dinámica y moderna que sea reconocida por su defensa de nuestras libertades y su generación de progreso, no por sus discursos bíblicos. Una oposición que se centre en lo importante, explicando por qué el trabajo llega con más libertad de empresa y no con una burocrática planificación estatal.
Correa continúa en su luna de miel. Todavía puede echar la culpa a políticos del pasado por problemas del presente. Su cuento de la “larga y triste noche neoliberal” aún surge efecto. Pero en poco tiempo ya no tendrá esa excusa. Los problemas del país dejarán de ser culpa de otros. Serán responsabilidad de su gobierno. Cuando eso suceda, ¿existirá una oposición unida, inteligente y sintonizada con la gente? ¿Tendremos voces que nos saquen de la oscura y ojalá no tan larga noche socialista que se avecina?
Por ahora esa voz no existe. Esa cara no asoma. No emerge ese líder o movimiento de oposición que le apueste al individuo y nos hable de libertad, emprendimiento, iniciativa privada y progreso.
La oposición, cada día más invisible, sigue mirando incrédula cómo un movimiento tan nuevo con ideas tan viejas se volvió tan poderoso en tan poco tiempo. Mientras tanto, queda un puesto libre esperando por ese nuevo líder.
Hace poco Jefferson Pérez dijo que planea entrar en política. ¿Acaso un candidato para el puesto?
3 comentarios:
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Con una inmensa tristeza te puedo decir que nadie. Como indicas, gran parte de esa "derecha" solo es menos socialista que Correa y sus comunistas. Un poco mas curuchupa pero mercantilista y proteccionista.
Lastima que la gente no tiene la noción de que es el liberalismo y como en la practica (a medias en casi todos los países) ha sido en general exitosa: Chile, China, India, Irlanda, Taiwan, Singapur, España, etc.
En cambio la receta de Correa, probado fracaso en todo lado que se la intentó, es ahora la panacea para el ecuatoriano promedio. No necesitamos de una figura rimbombante sino en la unión de personas interesadas en defender la libertad en el ámbito político y económico.
Que Jeff sea buen atleta no significa que sirva para la política. Y no me creo que sirva.
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