Hace algunos años un amigo fue a sacar su cédula al antiguo Registro Civil en Guayaquil. Pasadas las largas colas y el mal servicio, esperaba en el patio junto a un grupo de personas que le entreguen su nuevo documento. Después de una larga espera, finalmente salió un funcionario con las nuevas cédulas. El funcionario leía el nombre en cada documento para que se acerquen a retirarlo. Sudaba por el sol y el calor. Y para limpiar su frente no vio nada mejor que utilizar una de las cédulas como herramienta recolectora y expulsora de sudor. Llevaba la cédula a su frente, la inclinaba para recoger el sudor, y con un movimiento rápido del brazo se deshacía del sudor. El funcionario terminó de distribuir todo el paquete de cédulas, pero mi amigo no había recibido la suya. Se acercó a pedirla. El funcionario se secó por última vez el sudor de la frente y leyó el nombre en la cédula-pañuelo. Era la de mi amigo.
Siempre nos reíamos con esta historia imaginando a mi amigo recogiendo su cédula mojadita de sudor. Pero pasada la risa, estas anécdotas solo reflejan nuestro subdesarrollo y el fracaso de nuestros servicios públicos. Algo que aquí en Guayaquil ha sido reemplazado con el buen servicio que ofrece la Corporación Registro Civil.
Sin embargo, siempre aparece por ahí algún centralista comprometido con la causa de tumbar a cualquier ciudad o región que se quiera desarrollar. Esta vez, la bandera del centralismo la hizo flamear el Director Nacional del Registro Civil al decir que las cédulas emitidas en Guayaquil no valen en el resto del país y pedir que se termine el convenio con la Corporación Registro Civil de Guayaquil. Argumentaba supuestas fallas en la entrega de información y que este convenio debe terminar porque no es “constructivo para la identidad nacional”.
Parece molestarle que en Guayaquil se haya roto esa “identidad nacional” presente en las interminables colas, el mal servicio, los tramitadores, la suciedad, los dedos con tinta, los archivos perdidos, el “no hay sistema”, y funcionarios secándose el sudor con nuestras cédulas. Parece molestarle que el Registro Civil en Guayaquil sea ejemplo para el resto del país.
Se ha hablado mucho de que Nebot y Correa, y sus marchas, representan dos ideologías opuestas. Pero este caso del Registro Civil es uno de los muchos donde no se trata de ideología, sino simplemente de brindar un buen servicio más allá de banderas políticas.
El Gobierno debería reconocer e imitar los buenos servicios que aquí se dan. Aunque en Carondelet hicieron bien en tomar ciertas distancias del Director Nacional del Registro Civil, el presidente Correa terminó lanzando su crítica, diciendo en su última cadena radial, que los trámites en el Registro Civil de Guayaquil son muy caros. Olvida el Presidente lo que costaban los tramitadores casi obligatorios si uno no quería perder todo el día sacando el documento. O lo que cuesta el tiempo perdido.
Todos preferimos un buen servicio. Todos queremos nuestra cédula o documentos rápido, sin colas, sin atropellos, y sin sudor, por favor. Ahí, no se trata de ideologías políticas, solo de eficiencia.
¿Será que nuestros líderes tendrán la madurez para aprender de los buenos ejemplos, más allá de intereses y banderas partidistas?
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