Esta Navidad y fin de año Rafael Correa no falta en nuestra mesa. La entrega de regalos, el pavo, los años viejos y las camaretas se mezclan con extensas discusiones sobre los errores y horrores de este Gobierno y ahora también su Asamblea.
El éxito de un gobierno se lo puede medir por lo poco que se hable de él. Mientras menos se habla de un gobierno y sus políticos, seguramente se trata de un gobierno exitoso, o al menos un gobierno que hace lo suficiente para no dar razones de queja. En cambio, los gobiernos que nos llenan de frustraciones son siempre tema de conversación.
Hagan cuentas del tiempo que le dedicaron esta Navidad a hablar de Correa y el que le dedicarán este año nuevo entre música y tragos. Como para darnos una preocupante idea de nuestra realidad política.
Este Gobierno, que al igual que la mayoría de gobiernos modernos, se maneja por lo que digan las encuestas, ha avanzado hasta ahora con vía libre hacia sus objetivos. Su altísima popularidad le daba el lujo de ignorar a sus críticos, sabiendo que contaba con el apoyo de una mayoría. Pero ahora que esas encuestas empiezan a bajar, y a mostrar flaquezas y el aumento de un descontento general, ¿cambiará de actitud este Gobierno?
El presidente Correa sabe que la Asamblea, y él como su principal promotor, cometerán un acto ilegal en el momento que la reforma tributaria sea apuradamente aprobada e impuesta en los ecuatorianos. Él sabe que la Asamblea no tiene esa facultad. Que el Estatuto que él mismo diseñó y que los ecuatorianos ratificaron exige que esa reforma y cualquier otra ley sean aprobadas en un referéndum junto a la nueva Constitución.
Correa lo sabe. Acosta lo sabe. Todos los asambleístas de Alianza PAIS lo saben. ¿Con qué cara nos hablarán de ley y justicia cuando ese abuso sea consumado? ¿Con qué cara hablarán de los males y mañas de la partidocracia si ellos están haciendo lo mismo? ¿Veremos a algún asambleísta de gobierno reclamar este abuso y negarse a ser cómplice con su voto?
La cuenta regresiva impuesta por el Presidente a la Asamblea para aprobar la reforma llega a su fin. El reloj marcará el fin de año y el primer gran abuso de esta Asamblea. ¿A qué saben el pavo y las uvas cuando uno está a punto de cometer una ilegalidad tan grande? Si nos imponen esta reforma tributaria o cualquier otra ley antes de aprobarse en referéndum, el Presidente y sus asambleístas nos podrán describir el sabor del abuso compartido; ese sabor que los políticos de siempre, a los que ahora oficialmente ellos pertenecen, conocen muy bien.
Se cierra el año de Correa. Esta Navidad faltó el pavo en muchas mesas, pero no faltó Correa. Ahí estuvo de tema principal de conversación, como suele suceder en los países donde la política es la principal fuente de frustración. Este país irá en el camino correcto cuando dejemos de hablar de nuestro presidente y políticos. Algo bueno estarán haciendo cuando no nos acompañen a la mesa.
Por ahora empieza otro año de Correa. Seguro lo tendremos en la mesa en muchas ocasiones más. Ojalá la indigestión no sea tan grave.
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