El ya célebre “¿Por qué no te callas?” del Rey de España dirigido al dictador –camuflado de presidente democrático– Hugo Chávez en la última Cumbre Iberoamericana, resumió en una frase lo que muchísimos latinoamericanos sentimos.
Chávez, que representa la peor tradición caudillista, dictatorial y populista de la región, se ha convertido en vocero de Latinoamérica. Y ante este protagonismo, los latinoamericanos, y en particular nuestros líderes, tranquilamente lo abrazan y lo dejan hablar a nuestro nombre.
Sin duda, los millones de petrodólares que Chávez tiene para despilfarrar le abren las puertas de las casas de gobierno latinoamericanas. El dinero compra apoyos, abrazos y silencios ante sus atropellos a las libertades y su proyecto totalitario.
Chávez habla lo que le da la gana. Esta vez se dedicó a llamar fascista al ex presidente español José María Aznar, de quien podría aprender mucho sobre democracia y libertades. Aunque la actitud del rey Juan Carlos no fue la más apropiada para este tipo de Cumbres, dio en el clavo ante un insolente Chávez y expresó lo que los líderes latinoamericanos no se atreven a decirle.
Chávez debería verse en el espejo cuando habla de fascismo, ideología política de la que presenta varias características: pone a la nación por encima del individuo, centraliza todo, concentra poder, crea constantemente enemigos internos y externos, incrementa exageradamente su poderío militar, y basa su gobierno no en leyes ni instituciones sino en su figura carismática. Y con la nueva reforma constitucional podrá ir más lejos, reeligiéndose eternamente y declarando estados de excepción sin límite de tiempo, en los que podrá detener a ciudadanos sin cargos e imponer la censura de prensa.
Y claro, esta reforma, al igual que su gobierno, se disfrazarán de democráticos con los votos de ese pueblo al que tiene seducido con bonos, dádivas y políticas paternalistas. Pero en un país donde su palabra es ley, se cierran canales de televisión y ni Alejandro Sanz puede ir a cantar por atreverse a criticarlo, hablar de democracia es una broma.
Chávez sigue hablando. Y una embobada Latinoamérica lo sigue escuchando. Chávez habla porque lo dejamos hablar. Porque nuestros presidentes y nuestras masas seducidas lo reciben con brazos abiertos y le celebran sus caducos cantos contra el progreso.
¿Seguirá Latinoamérica permitiendo que Chávez hable a nombre de la región? ¿O ignorarán finalmente nuestros gobernantes su demagogia? Nuestro Presidente, a pesar de su pública identificación con el gobierno de Chávez, hizo bien en distanciarse de él en esta Cumbre y expresar su desacuerdo con la reelección indefinida. Ojalá no se quede ahí y se aleje completamente de las destructivas y dictatoriales políticas y estrategias de este personaje.
Chávez dejó de ser una broma. ¿Seguirá Latinoamérica celebrándolo? ¿Continuaremos alabándole, como a Fidel, sus insultos y delirios, mientras hunde a su país en la pobreza y acaba con sus libertades?
Chávez no se calla porque muchos ilusos todavía lo quieren escuchar. Solo los venezolanos podrán callarlo de verdad en las urnas. Mientras tanto, el resto de latinoamericanos podemos empezar por ignorarlo. De lo contrario, como su maestro Fidel, seguirá hablando por muchos años. Y por favor, no queremos que nuestros hijos tengan que aguantarlo.
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