“Nunca más voy a comprar esa porquería de Diario EL UNIVERSO, por si acaso. Se ha convertido en prensa rosa, y no lo hagan ustedes tampoco”, dijo nuestro Presidente en Manta.
Es una pena. Hemos perdido al lector que más necesita saber lo que los diarios reportan. Aunque ahora que lo pienso, el Presidente solo dijo que ya no comprará el diario. Lo que quiere decir que tal vez lo siga leyendo de algún vecino que se lo preste. Ojalá sea así. Porque el día que deje de leer los diarios que lo critican, ya no tendrá qué leer. Sus fuentes de información se limitarían a El Telégrafo, que ya es de todos, o sea de este Gobierno, y a su página web.
La semana pasada, Rafael Correa dijo en su entrevista con el periodista argentino Jorge Lanata, que lo que la prensa diga de él no le quita el sueño. No sé por qué no le creo. Más bien, imagino al Presidente pendiente de las notas en los diarios y la tele, para encontrar, por ejemplo, un medio a quien culpar por el precio del arroz. O repetir sus discursos sobre los periodistas mediocres, los medios incompetentes, y la famosa “democratización” de los medios, que según voy entendiendo, consiste en que los canales de televisión pasen a manos de “organizaciones sociales”, que mágicamente llenarán nuestros televisores con programas interesantísimos y noticiarios totalmente objetivos que no cuestionarán las decisiones del Presidente.
Por lo visto, Correa llamó porquería y prensa rosa a este Diario porque le molestó un reportaje sobre nepotismo, en el que el Presidente dice hay imprecisiones. Está en su derecho a reclamar y pedir una rectificación si cree que hay un error. Pero que no caiga bajo hablando así de un diario serio y respetado durante varias generaciones. Suenan tan poco presidenciables sus palabras.
Y ese es el problema de siempre con este Presidente. Que no quiere actuar como Presidente. Prefiere continuar como candidato que hace bulla por todo y le echa la culpa a terceros en lugar de asumir su rol.
No es que esperamos líderes acartonados que se guarden siempre lo que sienten. No se trata de eso. Pero sí esperamos líderes que sirvan de ejemplo. Que entiendan que sus palabras no son las de un ciudadano cualquiera. Que se ganen nuestro respeto. Le guste o no, la presidencia la lleva puesta encima todo el día. No la puede dejar en Carondelet por unas horas, como quien deja un sombrero. Cuando él habla, habla el Presidente.
Tal vez su actitud poco respetuosa y poco presidenciable es parte de su estrategia electoral. Total, ya nos dijo que se pasará haciendo campaña estos cuatro años para levantarnos el ánimo a los ecuatorianos. Es decir, será un eterno candidato que intentará hacernos olvidar de los problemas que como Presidente debiera resolver.
En fin, qué lástima que Correa ya no quiera comprar este Diario. Lo necesita más que nadie para saber las implicaciones de sus palabras y sus acciones, las buenas y las malas. Para descubrir las realidades del país, esas que sus asesores no siempre le cuentan. O al menos, para reírse con las caricaturas que hacen de ese Presidente que tantas veces se niega a ser.
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