Según Aznar, el mayor éxito de los españoles fue que la transición democrática con la Constitución de 1978 se logró llegando a acuerdos. Sin imponer una sola visión o modelo. “Con el acuerdo de todos, todos ganaban más que si hubiera prevalecido la pretensión de solo alguna de las partes”. Importante lección para nuestra Asamblea, a la que lastimosamente el Presidente se refiere como una batalla y no un llamado al consenso. ¿Buscará, quien domine la Asamblea, otra Constitución pasajera hecha a su medida, o una que, como la de España, sirva a todos y siga fuerte treinta años después?
Aznar y González resaltaron también algo básico, que el Gobierno ecuatoriano parece

Aznar alertó sobre el peligro del socialismo del siglo XXI y el populismo revolucionario que atentan contra esta estabilidad, seguridad y libertad necesarias para generar producción y empleo. Y advirtió: “El objetivo común de imponerse democráticamente al proyecto del socialismo del siglo XXI reclama de quienes queremos que triunfe un orden de libertad, amplitud de miras, sentido de la responsabilidad y énfasis en lo mucho que nos une y no en lo que nos separa”.
Esto es clave. Solo con una oposición unida, inteligente y constructiva de quienes creemos en la libertad como principio y objetivo básico, evitaremos estar mañana como la débil oposición venezolana que mira y sufre impotente la destrucción de las libertades de su gente.
España sorprendió a Europa. ¿Podremos algún día sorprender a Latinoamérica?
Por lo pronto, nos toca esperar. Este Gobierno camina para atrás. Cuando, como dijo González, midamos la política “por los resultados, no por las proclamas”, habremos dado un primer paso al frente.
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