Ya nos habíamos acostumbrado en Guayaquil a la política aburrida donde las cosas simplemente funcionan bien. La política donde lo normal es el buen servicio y el cumplimiento de planes y promesas. Creíamos que Guayaquil continuaría inevitablemente su camino al progreso sin mayores obstáculos del Gobierno central. Pero estábamos equivocados. Hay quienes amenazan este camino de bienestar. Se vienen tiempos de conflictos, Guayaquil.
Y es justamente un “guayaquileño” el que ataca nuestra paz y progreso. Cuando las cosas avanzan bien en Guayaquil, él llega con su sonrisa, sus ataques y sus palabras a dividir y acabar con la calma y el camino al desarrollo. Te toca aguantarlo, Guayaquil.
¿Qué le molesta de Guayaquil para intentar dividirla y crearle conflictos? No logro encontrar la respuesta. ¿Será que le incomoda el éxito de una gestión con ideología opuesta a la suya? ¿O es su conducta un acto de protesta porque aquí no alaban su poder y su grandeza como en otros lugares? ¿Tú que crees, Guayaquil?
Guayaquil sospechaba desde el principio. Sabía que el acento era solo fachada. La mayoría del país compró sus promesas empaquetadas y lo eligió presidente. Pero no Guayaquil. Él no ganó aquí. Ya lo presentías, Guayaquil.
Y es que en Guayaquil eso de las palabras y discursos vacíos se ha ido enterrando. Ya no vienen al caso. Hay quienes se pasan hablando de revolución, pero no van más allá de discursos, insultos y amenazas. ¿Quiere revolución? La encontrará aquí mismo. Guayaquil hace revolución todos los días.
En un país experto en huelgas y llantas quemadas, Guayaquil hace la revolución yendo a trabajar día a día. En un país donde “político” es mala palabra, Guayaquil hace revolución transformando la política en acción y cumplimiento. En un país que espera siempre lo peor, Guayaquil hace revolución dando lo mejor. En un país que camina para atrás, Guayaquil hace revolución corriendo para adelante. ¿Quiere revolución? Hable menos, aprenda en Guayaquil, y multiplíquelo al resto del país.
Guayaquil es más que un espacio físico donde vivimos hombres y mujeres distintos. Guayaquil es un estado mental. Una actitud de vida. Es entender que el progreso está en el trabajo y la empresa. Es apostarle a lo práctico, lo que funciona, rechazando discursos caducos de esos que solo sacan aplausos en foros disfrazados con boinas del Che.
Se vienen tiempos de decisiones y acciones, Guayaquil. ¿Darle espacio a quienes comprometen el progreso buscando divisiones y confrontaciones? O rechazarlo, decirle no, aquí no. Se vienen tiempos, Guayaquil, de recuperar la memoria. No olvidar a quienes tanto mal te han hecho. No volverles a abrir tus puertas. Y recordar e imitar, eso sí, a quienes por ti han luchado. Se vienen tiempos de demostrar que eres ecuatoriana, pero independiente y con tus propias aspiraciones e ideales. Se vienen tiempos en los que pretenderán seducirte quienes de ti parece que solo conservan el acento y la partida de nacimiento. Se vienen tiempos, Guayaquil…, y tú sabrás afrontarlos.
¡Feliz cumpleaños, Guayaquil! Recuerda que tu libertad no es negociable. Tu independencia no es una opción. Es una realidad.
Ya pasarás el mal rato. Y vendrán tiempos, aún mejores.
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