Una papeleta. Una pregunta. Una respuesta. Parece sencillo. Para muchos se trata de escoger entre el cambio o lo mismo de siempre. Al menos así nos han vendido esta consulta. Pero la pregunta que debemos hacernos no es si queremos un cambio en el país. Todos, salvo unos cuantos despistados y oportunistas, queremos un cambio positivo. La pregunta es si creemos que esta Asamblea Constituyente, con este gobierno y en el actual clima político, tendría la capacidad para alcanzar esos cambios positivos.
¿Nos representarán realmente esos 130 individuos, con limitadísima oportunidad de dar a conocer sus ideas y sus perfiles, que serán elegidos de la misma manera por listas que elegimos al actual Congreso, y cuyo único requisito es ser mayores de 20 años? ¿Se recreará en la Asamblea el clima de conflicto, divisiones e intolerancia que ha implantado el Presidente? ¿Recogerá la Asamblea las voces de todos los sectores? Son preguntas para este domingo.
Salvo que entre hoy y el domingo Rafael Correa se declare orgullosamente pelucón o algo por el estilo, es muy probable que gane el Sí. La popularidad del Presidente y su éxito en contagiar la idea de la importancia histórica de esta Constituyente han dado resultado. Sin embargo, las voces por el No han aumentado, reflejando un descontento hacia el Presidente y un temor sobre sus reales intenciones con esta Constituyente. Esas voces no quieren, como dice el Presidente, mantener todo igual y proteger a la partidocracia, sino que esperan evitar una Constitución hecha a la medida del actual gobierno.
Preocupa, sobre todo, la mínima oportunidad que tendrían los candidatos de oposición de competir contra la maquinaria gobiernista. El estatuto está diseñado para que ganen los candidatos de Rafael Correa. Con la excusa de buscar “condiciones de estricta igualdad y equidad” el estatuto impide la financiación privada de la publicidad de los candidatos. Será el Estado el que financie y asigne iguales espacios publicitarios para “todas” las listas. Así, mientras la oposición está limitada a unas franjas publicitarias, los candidatos del gobierno estarán constantemente en los medios en cada intervención del Presidente, cada campaña del gobierno y cada medida popular que se tome cerca a las elecciones.
Si hoy son antipatrias, cadáveres y mafias los que votan por el No, no sorprendería que mañana lo sean los que no votan por los candidatos de gobierno. Eso no sería competir en igualdad de condiciones. Y como basta la mitad más uno de la Asamblea para la toma de decisiones, estaríamos ante un escenario en el que no habría diversidad de voces ni búsqueda de consensos, sino la imposición de una visión, la visión del actual gobierno.
Más allá de la esperanza que se ha despertado en mucha gente, esta Asamblea no será la solución mágica a los problemas del país. Queremos cambios. Queremos mejores condiciones para vivir en real democracia y progresar.
Pero la Asamblea Constituyente, en este gobierno, con este clima político y en las condiciones que se llevará a cabo, está lejos de ser la mejor herramienta para realizar los cambios necesarios.
De todas formas, este domingo todo apunta a que ganará el gobierno. ¿Ganará el país? Solo queda esperar que los 130 asambleístas estén a la altura de los cambios que todos los ecuatorianos, no este gobierno de turno, buscamos.
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