Molesta pagarle al banco cuando usamos un cajero automático o que nos cobren comisiones por todos lados. Sentimos una envidia tremenda cuando vemos por cable los intereses bajísimos que pagan los gringos para comprar carros. O cuando nos enteramos de los créditos que ofrecen bancos extranjeros que acá no existen ni en sueños. Hoy los ecuatorianos valoramos la seguridad de nuestros depósitos, pero esperamos más de la banca.
El Presidente ha criticado constantemente a la banca y los banqueros. Dice que son demasiado prósperos, que obtienen demasiadas utilidades. No sé el Presidente, pero yo prefiero tener mi plata en un banco próspero, seguro y con banqueros exitosos. El leve efecto que tuvieron los falsos y malintencionados rumores del feriado bancario sirvió para demostrar la solidez de la banca. Rafael Correa nos pudo tranquilizar asegurando que la economía goza de excelente salud justamente gracias a la solidez y seriedad de la banca que él tanto ha criticado.
Esto no quiere decir que no sea legítima la preocupación del Presidente con respecto a las altas comisiones, intereses elevados y poco acceso a crédito. Pero es preocupante la intención del Gobierno de imponer criterios y soluciones políticas a temas técnicos. Los bancos en Ecuador enfrentan riesgos e incertidumbres que no hay en países más estables y desarrollados. No se pueden imponer tasas del Primer Mundo en un país del Tercer Mundo solo porque compartimos el dólar. Si el Gobierno quiere una banca más barata y que preste más plata, debe primero crear un ambiente de estabilidad que genere confianza a esa banca. Si quiere que los bancos saquen la plata del Primer Mundo y la traigan a nuestro Tercer Mundo, el Gobierno debe dar señales de querer sacarnos de este Tercer Mundo y llevarnos al menos al segundo.
Lo que más queremos es que nuestro dinero esté seguro. Por eso, le confiamos nuestra plata al banco, no al Gobierno. Si los bancos consideran que es más seguro tenerla fuera del país, entonces que se quede por allá. A la hora de confiar nuestro dinero, preferimos los criterios técnicos de bancos que miden bien los riesgos, y no los criterios políticos de gobiernos que buscan ganar simpatía y votos.
Todos queremos pagar menos comisiones, intereses más bajos y tener acceso a más créditos. En eso estamos de acuerdo. Existe un desacuerdo en el cómo lograrlo. Este Gobierno cree que la manera de hacerlo es exigiéndolo. Pero la solución no está en una imposición de lo que quiere el Estado, sino en una regulación basada en criterios técnicos y, sobre todo, en la generación de más estabilidad y apertura para que los bancos compitan cada vez más por manejar nuestro dinero. Un gobierno que genera estabilidad motivará a bancos extranjeros a invertir en el país y competir con los bancos locales. Eso, al largo plazo, es lo único que asegurará una banca más fuerte, competitiva y barata.
La gente votó por Correa como su presidente, no como su banquero. Del Gobierno esperamos que genere estabilidad, incentivos y confianza -no sanciones e imposiciones-, para que los bancos nos sirvan cada vez mejor. Es positivo el diálogo entre bancos y Gobierno que se ha iniciado. Que este acercamiento permita que las cosas no se impongan con insultos ni amenazas, sino que se conversen y acuerden. Que no olviden que se trata del manejo seguro de nuestra plata, no de la plata de los banqueros ni del Gobierno.
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