En Pacifictel la vida es más sabrosa. El informe preliminar sobre la empresa muestra que ahí los sueldos se aumentan sin problema y cuando uno quiera.
Entre el 2003 y el 2007 han desfilado por Pacifictel ocho presidentes ejecutivos. Uno de ellos duró 9 días. El que más aguantó estuvo un año y 15 días. Comparado a Pacifictel, este país parece estable. Entre esas ocho administraciones se realizaron 977 aumentos de sueldo, con un promedio de pagos de 92,8 millones de dólares al año, solo en alzas. Hay funcionarios a quienes se les elevaron sus sueldos en más del 1.000%. En Pacifictel sobran los “especialistas en telecomunicaciones”, ocupando puestos de mentira pero ganando plata de verdad. Y con tanto especialista y aumento de sueldo seguimos esperando meses para que nos conecten una línea.
Este Gobierno ha dicho enérgicamente que acabará con la corrupción en empresas como Pacifictel poniendo a los mejores hombres y mujeres al servicio del país e iniciando acciones penales contra los infractores. Muy bien que exista la voluntad de hacerlo. Ojalá lo logre. Lastimosamente, los mejores hombres y mujeres y las acciones legales podrán arreglar las cosas por un tiempo, pero la corrupción innata de estas empresas resistirá los golpes y continuará. Los sindicatos públicos y sus jefes, expertos en el arte de aumentar y perpetuar sus privilegios, se las arreglarán para continuar cobrando más cheques a base de sus palancas y presiones, en lugar de su rendimiento. Y continuarán, como ahora, creando las condiciones perfectas para que sea casi imposible despedirlos, o para recibir jugosas indemnizaciones por sus servicios a la patria, calentando puestos y perfeccionando la dicción de himnos burocráticos como “no hay sistema”, “vuelva mañana” y “cuánto hay”.
Por eso, no bastan los discursos enérgicos y las buenas intenciones para acabar con la corrupción de estas empresas. La solución está en dejar atrás, de una vez por todas, esa ideología que con la excusa de soberanía y control de “sectores estratégicos” mantiene en manos públicas la administración de empresas esenciales para el desarrollo del país. Los problemas de Pacifictel y sus parientes no se solucionan simplemente cambiando a la gente que ahí trabaja. Se soluciona cambiando a sus dueños. Es decir, que pase de las manos de nadie a manos de alguien. De manos de una burocracia interesada solo en mantener sus puestos y cobrar sus cheques, a manos privadas interesadas en recuperar su inversión y hacer dinero a través de un buen manejo y un buen servicio. Esto no se da únicamente a través de una privatización, palabrita que hoy es pecado en Carondelet; también puede hacerse a través de la concesión de la empresa a un administrador privado cuyos ingresos se den en función de su desempeño y resultados.
Empresas como Pacifictel hace años que deberían ser privadas o al menos estar administradas por manos privadas. La corrupción y abusos continuarán mientras estas empresas, con la excusa de ser de todos los ecuatorianos, continúen siendo de nadie. Este Gobierno, por su misma vocación socialista, tiene la gran oportunidad de pasar la administración de estas empresas a manos privadas que garanticen que la plata de todos no se vaya en sueldos de unos pocos “especialistas” y que la empresa sirva a los ciudadanos en lugar de servirse de ellos. Hasta que eso no ocurra, solo perdemos el tiempo con discursos y parches temporales, mientras alguna somnolienta recepcionista nos dirá que volvamos mañana, pues hoy “no hay sistema”.
1 comentario:
Ese es el reflejo de todos y cada uno de los entes estatales, donde reina la mediocridad y los privilegios de unos pocos. Ya es hora de privatizar Andinatel, Pacifictel y Alegro, o ponerlas a sudar mediante la competencia privada.
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