Estoy viendo a Bush dar su discurso del Estado de la Unión ante el Congreso. Lo reciben con una ovación. A cada instante lo interrumpen los aplausos. No importa que la mayoría en el Congreso y el Senado sea ahora demócrata. No importa que el gobierno de Bush ha estado plagado de errores, con una injustificada y mal planificada guerra en Iraq. No importa que la popularidad de Bush esté, con toda razón, más baja que nunca. Igual todos aplauden. Se ponen de pie para aplaudir más, y lo siguen aplaudiendo mientras sale de la sala.
¿Se ha vuelto loca la oposición demócrata? ¿De repente ahora todos son fanáticos de Bush? No, simplemente siguen una tradición. No aplauden a George W. Bush. Aplauden al Presidente de los Estados Unidos. Aplauden a la institucionalidad de una democracia que permanece fuerte más allá de las personas. Los aplausos de congresistas y senadores demócratas le dicen a Bush “estamos en desacuerdo contigo, debatiremos y nos opondremos a muchas de tus propuestas, pero queremos trabajar contigo, te respetamos como Presidente, y sobre todo, respetamos la figura del Presidente”. Las diferencias políticas quedan a un lado para favorecer el respeto a las instituciones. Y esos aplausos llevan un claro mensaje al pueblo gringo: estamos en buenas manos, porque no estamos en manos de los líderes de turno, sino en manos de nuestras instituciones democráticas, en las bases de esta sociedad.
¿Igualito que aquí, no? En nuestro Congreso no hay oposición al gobierno, hay enemigos. La figura del Presidente no existe, solo existe el próximo objetivo a tumbar. Nuestras instituciones son un chiste. El Presidente como institución, que hasta el gobierno de Sixto gozaba de relativo respeto, cayó en picada a partir de Bucaram. Y las instituciones en general son una plastilina que cada gobierno moldea a su gusto. Culpables somos todos: los políticos que se han burlado de las instituciones y los ciudadanos que hemos aplaudido esas burlas cuando nos conviene. La ley está aquí para acoplarse al gobierno de turno, y no el gobierno de turno para acoplarse a la ley.
La institucionalidad del gobierno gringo y gobiernos similares que sí funcionan son un modelo a seguir. La única forma de asegurar la continuidad, gobernabilidad y un ambiente en el que se pueda avanzar y trabajar con tranquilidad es fortaleciendo la institucionalidad de un país.
Aquí ha pasado lo contrario en estas primeras semanas de gobierno. Por un lado, Correa se alinea con Chávez, el mandatario más antiinstituciones del momento que se acerca cada vez más a la figura de dictador. Por otro lado, el Congreso atropella la institucionalidad nombrando funcionarios como le plazca. La ley y las instituciones del Estado, bien gracias.
Que este gobierno sepa imitar los países prósperos que se basan en instituciones fuertes, no los países fracasados basados en caudillos omnipotentes. Que como en los países prósperos, aquí las personas pasen de largo, mientras nuestras instituciones y bases permanecen sólidas.
El mayor triunfo de este Presidente y Congreso será lograr un país con instituciones fuertes y respetadas –que nada tiene que ver con un Estado grande y centralizado–. Para ello, el primer paso es respetar la ley y las instituciones actuales.
2 comentarios:
Nuestros gobernantes no aprenden. El pecado no es ser de oposición. El pecado es cómo se la aplica. Se puede hacer una oposición inteligente, pero nuestros diputados no piensan así. El problema en Ecuador es que todo se lo toma de manera personal.
Las figuras deben ser respetadas, mas alla que si simpatizo con el o no. Sencillo.
Esperemos algún día llegar a ese nivel.
Saludos,
MAP
Basta recordar como nacieron las dos naciones. Los "padres" de Estados Unidos buscaban fortalecer las instituciones, sabiendo que estas son mas importantes que la persona en si. George Washington no busco la reeleccion y ni la gloria "sempiterna"...el sabia que el exito del pais dependia de que se estabilicen la institucion...es por eso que terminada su gestion dio paso inmediatamente al segundo presidente.
Nuestras naciones "bolivarianas" nacen del caudillismo...de las figuras de Libertadores donde se le da mas importancia a la figura personal...al heroe.
He alli la diferencia.
Publicar un comentario