Con los resultados de estas elecciones he escuchado el comentario de que los guayaquileños hemos sido malagradecidos con el Partido Social Cristiano. Que la baja votación que ha recibido el partido demuestra que no reconocemos con nuestro voto la buena labor que hacen y han hecho los líderes de la lista 6 por nuestra ciudad.
Creo que todos los guayaquileños reconocemos la gran labor de León Febres-Cordero y Jaime Nebot como alcaldes de nuestra ciudad. Estamos más que agradecidos por lo que hicieron y hacen. Estamos conscientes de que sin su trabajo en el Sillón de Olmedo, Guayaquil seguiría seguramente en manos de pipones entre ratas y basura. La ciudad mostró su reconocimiento de este cambio positivo al reelegir masivamente como alcaldes a Febres-Cordero y Nebot. Se hace difícil imaginar que otro partido gane las elecciones municipales en un futuro cercano. La lista 6 se ha vuelto sinónimo de eficiencia y cumplimiento a nivel de Guayaquil.
Sin embargo, los resultados en estas elecciones muestran que los guayaquileños no estamos tan contentos con el partido. La popularidad de Nebot en casi todas las encuestas anda por el 90% y la de Lapentti por el 80%. Y a pesar de ello, el partido sufre una caída que en nada refleja esta popularidad a nivel local. Es como si hubiera dos partidos Social Cristiano: el local y el del Congreso. El partido local es el que construye, cumple y apunta al progreso. El partido del Congreso no es distinto a los demás partidos que se dedican al amarre y la confrontación. Se podría esperar que la buena labor del partido en Guayaquil durante los últimos catorce años contagiara al electorado que se volcaría a votar masivamente por la 6 a nivel nacional. Pero ocurrió lo contrario. El papel del partido en el Congreso creó un rechazo que incluso afectó el voto a nivel local. El descontento hacia el papel de los diputados en el Congreso se traduce en un descontento general hacia el Partido Social Cristiano.
Aquí la culpa no es del votante, ni se trata de malagradecimiento. La culpa es del mismo partido que no se renovó. No cedió espacio a nuevas generaciones de verdaderos líderes. El partido ignoró que la democracia primero debe practicarse en sus propias filas.
Los resultados en estas elecciones deben ser un aviso urgente de que es tiempo de renovarse o morir. De que mientras se escojan los candidatos por su capacidad de obediencia y no por su capacidad de trabajo, crítica y liderazgo no se llegará a ningún lugar. Ese aviso va sobre todo para el partido en el Congreso, pero también para el partido a nivel local. Hoy la popularidad de Nebot es indiscutible, pero que esa aceptación popular no haga caer a nuestro alcalde en la tentación del poder eterno. Que dé paso a nuevas generaciones, empezando por promover en su lista a nuevos líderes para candidatos a concejales y consejeros.
Estas elecciones han dejado un mensaje claro al Partido Social Cristiano. Existe un descontento general con el partido, más allá de sus aciertos a nivel municipal. Mientras no exista un cambio y una real democratización del partido, su futuro es incierto, incluso en Guayaquil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario