Pero este domingo tuvimos la oportunidad de ir más despacio y disfrutar de cerca la ciudad en el primer bicipaseo organizado por el Municipio. El bicipaseo me permitió, por primera vez en mi vida, andar en bicicleta por las calles del centro. Por unas horas varias calles fueron exclusividad de ciclistas y peatones para ir tranquilos y sin miedo a que nos atropellen. Se ve todo muy distinto cuando se va despacio, sin tráfico ni pitazos de taxistas apurados. Y se ve muy bien.
Con este evento Guayaquil ha dado un importante paso en la dirección de las grandes ciudades, que entienden que la modernidad no está en grandes autopistas y pasos a desnivel para mostrar desde foto aéreas. Sino lo contrario. La ciudad moderna es la que se ve y se siente bien desde cualquier vereda. La ciudad con espacios amigables para que el ciudadano a pie –o en bicicleta– no deba luchar contra los carros, sino que vayan de la mano.
Pero este bicipaseo no debe quedar como un evento aislado. Debe ser el comienzo de grandes cambios para tener una ciudad moderna, donde el ser humano es más importante que el carro. Primero, que se repita. Que como sucede en varias ciudades del mundo, cada semana o dos semanas se cierren calles céntricas de la ciudad para que todos podamos disfrutarlas. Guayaquil no tiene un gran parque deportivo. La mayoría de parquecitos gritan “mírame y no me toques”. Con este tipo de evento, las calles brindan por unas horas ese espacio y momento familiar que hace falta.
Segundo, que el respeto y la promoción del uso de la bicicleta no quede solo para el fin de semana. Que sea algo de todos los días. Que en la ciudad se construyan vías exclusivas para bicicletas, o ciclorrutas, que permitan a los guayaquileños utilizar la bicicleta a diario como medio de transporte. Bogotá es un ejemplo muy cercano de lo que se puede hacer. Ahí se han construido kilómetros de ciclorrutas que permiten a la gente ir en bicicleta a trabajar, o a hacer ejercicio con seguridad. Incluso Manhattan, entre su tráfico y su reducido espacio, se las arregla para tener extensas ciclorrutas en sus calles y bordeando el río. Guayaquil podría hacer lo mismo, y así los mejores paisajes serán para las personas y no los carros. Trotar, caminar y andar en bici en esas ciudades es un placer y una real alternativa para transportarse. ¿Por qué no aquí?
El espacio sobra en Guayaquil para avanzar en esta dirección. Como se ha hecho en Bogotá, las amplias vías de la ciudad, como la Domingo Comín, Francisco de Orellana, Juan Tanca Marengo, Terminal Terrestre-Pascuales, pueden complementarse con la construcción de carriles exclusivos para bicicletas. Así, ganan los autos y buses con menos congestión. Ganan el peatón y ciclista al tener un espacio propio con seguridad. Gana la ciudad.
El bicipaseo es otro paso importante hacia el Guayaquil amigable y realmente moderno. Bien por los guayaquileños. Esta vez solo faltó el alcalde en su bicicleta. Seguro habrá otras oportunidades para que nos acompañe y se dé una vuelta.
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