Teresa, el personaje principal de la excelente película ecuatoriana Qué tan lejos nos puede enseñar mucho sobre lo que pasa en estas elecciones. Mucho sobre nuestra masoquista tendencia de hacernos daño votando por la inestabilidad. Teresa, o Tristeza como ella se hace llamar, nos muestra el perfil de ese votante que está contra todo y todos, inconforme con este país y este mundo, que cree defender al pobre oponiéndose al rico, que camina con una camiseta del Che alabando la excelente salud y educación de una mísera Cuba que no conoce. Que cree que Ecuador es pobre por culpa de empresarios y multinacionales que generan empleo y dinero, y no ve en sus narices el enorme Estado parásito que se le come la comida con la excusa nacionalista de una falsa soberanía.
Las y los Teresas-Tristezas que caminan por este país salieron a las calles con sus zapatos e iPods gringos, y sus celulares japoneses a oponerse a la apertura comercial. Y lo lograron. Esta vez se han dejado seducir nuevamente por promesas de cambios radicales. Por el todo o nada. La estabilidad es secundaria ante la promesa de una supuesta revolución.
¡Qué pena! No aprendemos. Elección tras elección nos dejamos impresionar por unas cuantas frases cargadas de emoción y discurso revolucionarios que pretenden acabar con todo para empezar de cero. Y la culpa no es del votante necesariamente. La culpa la llevan sobre todo los partidos y políticos que nos han desilusionado. Al final, el voto persigue promesas imposibles y populistas de gente nueva, antes que promesas posibles de los partidos de siempre.
Ya sucedió con Lucio hace cuatro años. Ese hombre nuevo que juró acabar con la corrupción sedujo al país que le dio su voto. Que no tuviera una gota de experiencia era secundario. Que haya participado en un golpe de Estado, tonterías. Que no tuviera un partido y grupo fuerte que lo respaldara, pequeñeces. Lo importante es que ofrecía el cambio que la gente quería escuchar.
Las hojas de vida de los candidatos se vuelven papel higiénico para la mayoría a la hora de votar. Bastan las frases bonitas, basta que nos digan que el gas continuará subsidiado, que la dignidad, la soberanía del pueblo ecuatoriano no serán pisoteadas y bla- bla-bla, todos felices, todos embobados con tanta frase emocionante.
La palabra estabilidad no le gusta a Teresa. Ella quiere revolución, agitación. Tanta revolución como aquella de los forajidos que nada logró. Quiere gritarle al mundo que es soberana e independiente, aunque ese grito la vuelva esclava de la pobreza y de un Estado que se alimenta de su trabajo individual. ¿Será acaso que nos gusta esto de botar a presidentes cada dos años? Por eso, que venga el más inestable. Hoy lo adoramos, mañana lo tumbamos.
Así vamos. Continuamos votando por más Estado, más control, menos apertura, menos progreso. Nos comemos el cuento de una Venezuela y una Cuba prósperas mientras pagamos a coyotes y hacemos colas en embajadas para emigrar a Estados Unidos y Europa. ¿Masoquismo, ignorancia, desilusión, hipnosis colectiva? Solo sabemos que como van las cosas, se repetirá la historia de nuestro fracaso político.
El país no necesita revoluciones. Necesita estabilidad. Que Teresa abra los ojos en estas elecciones. De lo contrario, seguirá llamándose Tristeza.
7 comentarios:
Muy buenas tus columnas. Por que no te escribes una columna acerca del caradura de Palacio, promocionandose para Presidente de la OMS, en lugar de trabajar... que cara!
Los más jóvenes caen en ese juego llamado anarquismo
Manuel my buena columna estoy de acuerdo contigo en cuanto ha estas elecciones espero que la nuestra gente pueda leer tu articulo y les haga reaccionar.
Pablo
Toda la razón Manuel...usualmente los que se tildan de más anarquistas y socialistas son los que yo acostumbro llamar izquierDINERS; no sé si se atreverían a vivir bajo las reales condiciones de pobreza, ignorancia y estancamiento que crea el socialismo.
Saludos desde Finlandia y felicitaciones por el Blog
Alejandro Cadena
Que se podía esperar de personas acostumbradas a vivir de la “caridad” norteamericana, a muy altos intereses. Pues, yo sí, prefiero la soberanía de mi patria aunque me cueste comer arroz con huevo. ¡Viva Correa!
Oye anónimo, al paso que vamos, si gana tu candidato de a luca, no vas a tener chance de comer ni arroz con huevo, porque seguramente los van a RACIONAR, exactamente como en Cuba o el Chile de Allende
No sé si alegrarme del hecho de que no me registré a tiempo y no voy a poder votar. Así no tengo que decidirme por alguno de ellos. Sólo muevo la cabeza incrédula por lo que está pasando y seguramente pasará. Excelente columna!
Saludos desde Houston!
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