Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
“¿Por quién vas a votar?”, es la pregunta que todos hacen en estos días. En las elecciones presidenciales en que me ha tocado participar, nunca ha sido tan difícil la respuesta a esta pregunta. No sé. Ningún candidato me convence. Ninguno me hace aplaudir lleno de emoción y esperanzas por el futuro de este país.
Nuevamente, como cada cuatro años, tenemos una lista de supermercado de candidatos. A varios jamás los hemos visto ni escuchado. Aparecieron de repente inscribiendo su candidatura como quien se apunta a última hora para entrar en el equipo de fútbol de la oficina. A otros, en cambio, los hemos visto demasiado. Nos sabemos de memoria lo que van a decir.
“El problema es que están los mismos de siempre”. Escuchamos esta queja por todos lados. Lo dice la señora en la peluquería, el taxista, el salonero que nos sirve el almuerzo. Vemos las caras políticas de los candidatos, escuchamos sus respuestas esquivas y sentimos que ya los hemos visto, que son los mismos políticos de la última vez y la anterior y la anterior.
Pero, ¿quiénes son los mismos de siempre? ¿Podrá ser Álvaro Noboa, que ya ha sido candidato dos veces y nos conocemos de memoria su discurso vacío después de mil cadenas nacionales, bautizos neoyorquinos y maquetas de casas de dos pisos? Por otro lado, para muchos él es el empresario que representa el cambio y el alejamiento de lo mismo de siempre. ¿Podrá ser León Roldós, que también ha sido candidato, ha estado en gobiernos anteriores y parece que ha vivido desde siempre en medio de la política? Por otro lado, para muchos él es quien representa una propuesta nueva, una unión de fuerzas políticas, una alternativa a los mismos de siempre. ¿Podrá ser Cynthia Viteri, que ha sido diputada del más desprestigiado de los congresos y para muchos un títere de los mismos mandamases de siempre? Por otro lado, para muchos ella es una cara y una propuesta fresca, diferente a la del político tradicional, que represente el cambio que buscamos. ¿Podrá ser Rafael Correa, que formó parte de este triste gobierno y en pocas semanas puso la economía patas arriba y se encargó de hablar de más como cualquier político que quiere figurar? Por otro lado, para muchos él es el candidato joven, distinto y auténtico que el país necesita.
O sea que todos y ninguno son los mismos de siempre, según quien lo diga y por donde se lo mire. Al final del día, el fracaso o éxito del gobierno definirá si el ganador fue o no el mismo de siempre. Los mismos de siempre lo son hasta que demuestran lo contrario con su trabajo y su éxito. Quienes hoy están al frente de Guayaquil y Quito dejaron de ser los mismos de siempre, más allá de su pasado, desde el día que hicieron bien su trabajo.
Y entonces, ¿por quién vas a votar? Los mismos de siempre tendrán que convencernos que dejarán de serlo cuando lleguen al poder. Solo así tendrán nuestro voto. Que hablen de planes concretos y no nos tomen el pelo.
No queremos más de los mismos de siempre. ¿Cómo los reconocemos? Tenemos solo un par de meses para resolver el misterio. Aunque dudemos que tenga solución.
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