Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
Increíble pero cierto. Cinco de nuestros candidatos presidenciales se sentaron en un mismo escenario a contestar preguntas. Fue un evento casi civilizado. No hubo insultos, ni peleas. Más allá de algunas indirectas e ironías lanzadas entre ellos, y de nuestra tercermundista manía política de gritar al micrófono, se destacó la cordialidad y hasta el buen humor entre casi todos los participantes.
Solo Rosero decidió atacar desde el inicio a Andrés Oppenheimer, el entrevistador, y abandonó el lugar al recibir algunas pifias. El que se pica, pierde. Los otros, Correa, Noboa, Roldós y Viteri, mantuvieron, casi siempre, la altura que esperamos de nuestros candidatos. Incluso contestaron –cosa rara en los políticos– prácticamente todas las preguntas.
Bien por ellos. Bien por la Cámara de Comercio de Guayaquil que logró reunirlos. Bien por estas elecciones y nuestra democracia.
Entre lo positivo rescato que todos los candidatos dijeron estar de acuerdo con las autonomías. Coincidieron en que el Estado centralista está colapsado y que deben iniciarse procesos autonómicos. Difirieron en la forma, pero en el fondo no hubo discrepancias. Estuvieron de acuerdo también, hasta cierto punto, en la importancia de reducir el tamaño del Estado. Sabemos que en la práctica es muy difícil cumplirlo, pero se empieza por quererlo. Otro tema importante en el que acordaron, más allá de diferencias, es en mantener la dolarización con responsabilidad fiscal. Si el ganador, que seguramente saldrá de uno de los cuatro candidatos que estuvieron durante todo el foro, trabaja por estos tres temas –un país con autonomías, con menos burocracia y con responsabilidad fiscal– ya se habrán dado enormes pasos. Aunque claro, una cosa es decirlo, otra hacerlo.
Más allá de estar o no de acuerdo con lo que dijo cada candidato, creo que Roldós fue el ganador del foro y Rosero su obvio perdedor. Roldós se mostró tranquilo, no gritó ni hizo alardes, contestó casi todas las preguntas con claridad, y se mantuvo al margen de cualquier enfrentamiento con los otros candidatos. Rosero fue lo contrario. Desde la primera respuesta se quejó del entrevistador, lanzó las típicas frases de su partido y no tuvo la cordialidad de quedarse hasta el final. En segundo lugar lo pongo a Correa. Contestó con claridad las preguntas, fue el más carismático y demostró seguridad. Pero cometió el error de atacar a Viteri y a Noboa. Peleándose el tercer puesto los veo a Noboa y Viteri. Noboa tuvo el acierto de contestar muchas preguntas de frente y sin adornos, aunque en otras fue muy general. Cometió el error de actuar, como suele hacerlo, en más de una ocasión gritando frases como “gloria a Dios” y echándose gastadas flores. Viteri, si bien fue consistente en la mayor parte, en más de una respuesta no mostró seguridad y cayó en el enfrentamiento con Correa.
No faltaron en ciertos candidatos esas ideas que asustan, como la nacionalización total del petróleo, o el echar a la basura el TLC. Pero lo positivo de este evento me despertó cierto optimismo por estas elecciones. No son los mejores candidatos, pero han demostrado que están en capacidad de hacer una campaña limpia, sin insultos y con altura.
Y lo más importante del evento: la última pregunta. ¿De llegar a la segunda vuelta, aceptaría usted participar en un foro como este? Todos, menos el que se fue, respondieron que sí. Que así sea.
1 comentario:
Discrepo contigo acerca del "optimismo" que este debate pudo haber generado en cualquiera. El artículo que Oppenheimer llegó a publicar en el Miami Herald es pavoroso; no provoca ir al Ecuador ni de visita, pero ir a invertir. Como ecuatoriana en el extranjero me siento avergonzada de la manera en que este grupo de personas, quienes pretenden convertirse en nuestros "líderes", echaron a perder la gran oportunidad que se les dio de hacer del proceso electoral ecuatoriano algo un poco más respetable.
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