Aprendimos los nombres de los planetas cantando la canción de Tico Tico. ¿Te la sabes, no? El payaso animaba nuestras fiestas de 4 años, junto al mago Olmedini que nos dejaba boquiabiertos y nos mataba de la risa con su famoso truco que le sacaba mágicamente el calzoncillo a algún amigo. De esa época parece que solo queda Tico Tico. Hasta Plutón se ha ido.
Los astrólogos –esas personas convencidas que nuestra personalidad y nuestra suerte en este mundo dependen de los planetas y del día en que nacemos– nos dicen que no tenemos de qué preocuparnos. La influencia de Plutón seguirá tan vigente como siempre en todos los escorpión. ¡Uf, qué alivio! Ya empezábamos a temer que la degradación de Plutón a planeta enano genere una crisis existencial en millones de personas.
Para mí lo interesante de esto, y tratando de sacarle algún mensaje a la noticia, es que nos muestra que nada está escrito sobre piedra. Lo que ayer aprendimos como dato cierto e irrefutable, hoy un grupo de científicos refuta. Plutón desaparecerá de los libros de Ciencias Naturales de nuestros hijos. La Tierra plana de nuestros antepasados hoy es redonda. Adán y Eva, la costilla y la manzana quedaron relegados a cuento desde que Darwin nos mostró cómo fueron las cosas (aunque por ahí algunos gringos insistan que a sus hijos les enseñen en la escuela la fábula creacionista). Y así sucederá con otras cosas que hoy defendemos como realidades. Mañana no serán más que antiguas creencias. Sabemos y aceptamos que no lo sabemos todo, y que no todo lo que hoy es verdad lo seguirá siendo mañana.
Podríamos seguir el ejemplo de la asamblea de la Unión Astronómica Internacional que votó por reducir el número de planetas y darle esta nueva calificación a Plutón. Hubiera sido más fácil dejarlo todo como estaba. Pero tomaron una decisión que si bien hoy complica a profesores, alumnos, astrólogos y, cómo no, a Tico Tico, en el largo plazo simplifica y explica mejor el universo en que vivimos. En nuestro Congreso, nuestro Gobierno y nuestros negocios debemos regirnos por un criterio similar. Realizar los cambios necesarios, aunque en el corto plazo generen dificultades. Por ejemplo, lo fácil para el siguiente gobierno es dejar la educación en el país como está. No complicarse la vida y dejarlo todo más o menos igual sumergido en el atraso de la UNE. Lo difícil y correcto es ir por el cambio. Mandar a su casa a quienes secuestran y atrasan nuestra educación y aplicar las reformas necesarias. En el corto plazo será un dolor de cabeza. Seguro habrá huelgas y se cancelarán clases, pero en el largo plazo se habrá dado el gran paso hacia un país educado.
La decisión de redefinir a Plutón muestra que llegan momentos en que debe romperse el statu quo, las antiguas prácticas y creencias; aceptar los cambios y caminar hacia ellos. De lo contrario, nos estancamos, no vamos a ningún lado. Ojalá todos, y sobre todo, nuestros gobernantes, reconozcamos cuándo es momento para el cambio. Sepamos aceptarlo e impulsarlo. Ya que pronto olvidaremos a Plutón, que al menos nos deje esta lección.
jueves, agosto 31, 2006
jueves, agosto 24, 2006
Buen comienzo (casi)
Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
Increíble pero cierto. Cinco de nuestros candidatos presidenciales se sentaron en un mismo escenario a contestar preguntas. Fue un evento casi civilizado. No hubo insultos, ni peleas. Más allá de algunas indirectas e ironías lanzadas entre ellos, y de nuestra tercermundista manía política de gritar al micrófono, se destacó la cordialidad y hasta el buen humor entre casi todos los participantes.
Solo Rosero decidió atacar desde el inicio a Andrés Oppenheimer, el entrevistador, y abandonó el lugar al recibir algunas pifias. El que se pica, pierde. Los otros, Correa, Noboa, Roldós y Viteri, mantuvieron, casi siempre, la altura que esperamos de nuestros candidatos. Incluso contestaron –cosa rara en los políticos– prácticamente todas las preguntas.
Bien por ellos. Bien por la Cámara de Comercio de Guayaquil que logró reunirlos. Bien por estas elecciones y nuestra democracia.
Entre lo positivo rescato que todos los candidatos dijeron estar de acuerdo con las autonomías. Coincidieron en que el Estado centralista está colapsado y que deben iniciarse procesos autonómicos. Difirieron en la forma, pero en el fondo no hubo discrepancias. Estuvieron de acuerdo también, hasta cierto punto, en la importancia de reducir el tamaño del Estado. Sabemos que en la práctica es muy difícil cumplirlo, pero se empieza por quererlo. Otro tema importante en el que acordaron, más allá de diferencias, es en mantener la dolarización con responsabilidad fiscal. Si el ganador, que seguramente saldrá de uno de los cuatro candidatos que estuvieron durante todo el foro, trabaja por estos tres temas –un país con autonomías, con menos burocracia y con responsabilidad fiscal– ya se habrán dado enormes pasos. Aunque claro, una cosa es decirlo, otra hacerlo.
Más allá de estar o no de acuerdo con lo que dijo cada candidato, creo que Roldós fue el ganador del foro y Rosero su obvio perdedor. Roldós se mostró tranquilo, no gritó ni hizo alardes, contestó casi todas las preguntas con claridad, y se mantuvo al margen de cualquier enfrentamiento con los otros candidatos. Rosero fue lo contrario. Desde la primera respuesta se quejó del entrevistador, lanzó las típicas frases de su partido y no tuvo la cordialidad de quedarse hasta el final. En segundo lugar lo pongo a Correa. Contestó con claridad las preguntas, fue el más carismático y demostró seguridad. Pero cometió el error de atacar a Viteri y a Noboa. Peleándose el tercer puesto los veo a Noboa y Viteri. Noboa tuvo el acierto de contestar muchas preguntas de frente y sin adornos, aunque en otras fue muy general. Cometió el error de actuar, como suele hacerlo, en más de una ocasión gritando frases como “gloria a Dios” y echándose gastadas flores. Viteri, si bien fue consistente en la mayor parte, en más de una respuesta no mostró seguridad y cayó en el enfrentamiento con Correa.
No faltaron en ciertos candidatos esas ideas que asustan, como la nacionalización total del petróleo, o el echar a la basura el TLC. Pero lo positivo de este evento me despertó cierto optimismo por estas elecciones. No son los mejores candidatos, pero han demostrado que están en capacidad de hacer una campaña limpia, sin insultos y con altura.
Y lo más importante del evento: la última pregunta. ¿De llegar a la segunda vuelta, aceptaría usted participar en un foro como este? Todos, menos el que se fue, respondieron que sí. Que así sea.
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
Increíble pero cierto. Cinco de nuestros candidatos presidenciales se sentaron en un mismo escenario a contestar preguntas. Fue un evento casi civilizado. No hubo insultos, ni peleas. Más allá de algunas indirectas e ironías lanzadas entre ellos, y de nuestra tercermundista manía política de gritar al micrófono, se destacó la cordialidad y hasta el buen humor entre casi todos los participantes.
Solo Rosero decidió atacar desde el inicio a Andrés Oppenheimer, el entrevistador, y abandonó el lugar al recibir algunas pifias. El que se pica, pierde. Los otros, Correa, Noboa, Roldós y Viteri, mantuvieron, casi siempre, la altura que esperamos de nuestros candidatos. Incluso contestaron –cosa rara en los políticos– prácticamente todas las preguntas.
Bien por ellos. Bien por la Cámara de Comercio de Guayaquil que logró reunirlos. Bien por estas elecciones y nuestra democracia.
Entre lo positivo rescato que todos los candidatos dijeron estar de acuerdo con las autonomías. Coincidieron en que el Estado centralista está colapsado y que deben iniciarse procesos autonómicos. Difirieron en la forma, pero en el fondo no hubo discrepancias. Estuvieron de acuerdo también, hasta cierto punto, en la importancia de reducir el tamaño del Estado. Sabemos que en la práctica es muy difícil cumplirlo, pero se empieza por quererlo. Otro tema importante en el que acordaron, más allá de diferencias, es en mantener la dolarización con responsabilidad fiscal. Si el ganador, que seguramente saldrá de uno de los cuatro candidatos que estuvieron durante todo el foro, trabaja por estos tres temas –un país con autonomías, con menos burocracia y con responsabilidad fiscal– ya se habrán dado enormes pasos. Aunque claro, una cosa es decirlo, otra hacerlo.
Más allá de estar o no de acuerdo con lo que dijo cada candidato, creo que Roldós fue el ganador del foro y Rosero su obvio perdedor. Roldós se mostró tranquilo, no gritó ni hizo alardes, contestó casi todas las preguntas con claridad, y se mantuvo al margen de cualquier enfrentamiento con los otros candidatos. Rosero fue lo contrario. Desde la primera respuesta se quejó del entrevistador, lanzó las típicas frases de su partido y no tuvo la cordialidad de quedarse hasta el final. En segundo lugar lo pongo a Correa. Contestó con claridad las preguntas, fue el más carismático y demostró seguridad. Pero cometió el error de atacar a Viteri y a Noboa. Peleándose el tercer puesto los veo a Noboa y Viteri. Noboa tuvo el acierto de contestar muchas preguntas de frente y sin adornos, aunque en otras fue muy general. Cometió el error de actuar, como suele hacerlo, en más de una ocasión gritando frases como “gloria a Dios” y echándose gastadas flores. Viteri, si bien fue consistente en la mayor parte, en más de una respuesta no mostró seguridad y cayó en el enfrentamiento con Correa.
No faltaron en ciertos candidatos esas ideas que asustan, como la nacionalización total del petróleo, o el echar a la basura el TLC. Pero lo positivo de este evento me despertó cierto optimismo por estas elecciones. No son los mejores candidatos, pero han demostrado que están en capacidad de hacer una campaña limpia, sin insultos y con altura.
Y lo más importante del evento: la última pregunta. ¿De llegar a la segunda vuelta, aceptaría usted participar en un foro como este? Todos, menos el que se fue, respondieron que sí. Que así sea.
jueves, agosto 17, 2006
¿Los mismos de siempre?
Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
“¿Por quién vas a votar?”, es la pregunta que todos hacen en estos días. En las elecciones presidenciales en que me ha tocado participar, nunca ha sido tan difícil la respuesta a esta pregunta. No sé. Ningún candidato me convence. Ninguno me hace aplaudir lleno de emoción y esperanzas por el futuro de este país.
Nuevamente, como cada cuatro años, tenemos una lista de supermercado de candidatos. A varios jamás los hemos visto ni escuchado. Aparecieron de repente inscribiendo su candidatura como quien se apunta a última hora para entrar en el equipo de fútbol de la oficina. A otros, en cambio, los hemos visto demasiado. Nos sabemos de memoria lo que van a decir.
“El problema es que están los mismos de siempre”. Escuchamos esta queja por todos lados. Lo dice la señora en la peluquería, el taxista, el salonero que nos sirve el almuerzo. Vemos las caras políticas de los candidatos, escuchamos sus respuestas esquivas y sentimos que ya los hemos visto, que son los mismos políticos de la última vez y la anterior y la anterior.
Pero, ¿quiénes son los mismos de siempre? ¿Podrá ser Álvaro Noboa, que ya ha sido candidato dos veces y nos conocemos de memoria su discurso vacío después de mil cadenas nacionales, bautizos neoyorquinos y maquetas de casas de dos pisos? Por otro lado, para muchos él es el empresario que representa el cambio y el alejamiento de lo mismo de siempre. ¿Podrá ser León Roldós, que también ha sido candidato, ha estado en gobiernos anteriores y parece que ha vivido desde siempre en medio de la política? Por otro lado, para muchos él es quien representa una propuesta nueva, una unión de fuerzas políticas, una alternativa a los mismos de siempre. ¿Podrá ser Cynthia Viteri, que ha sido diputada del más desprestigiado de los congresos y para muchos un títere de los mismos mandamases de siempre? Por otro lado, para muchos ella es una cara y una propuesta fresca, diferente a la del político tradicional, que represente el cambio que buscamos. ¿Podrá ser Rafael Correa, que formó parte de este triste gobierno y en pocas semanas puso la economía patas arriba y se encargó de hablar de más como cualquier político que quiere figurar? Por otro lado, para muchos él es el candidato joven, distinto y auténtico que el país necesita.
O sea que todos y ninguno son los mismos de siempre, según quien lo diga y por donde se lo mire. Al final del día, el fracaso o éxito del gobierno definirá si el ganador fue o no el mismo de siempre. Los mismos de siempre lo son hasta que demuestran lo contrario con su trabajo y su éxito. Quienes hoy están al frente de Guayaquil y Quito dejaron de ser los mismos de siempre, más allá de su pasado, desde el día que hicieron bien su trabajo.
Y entonces, ¿por quién vas a votar? Los mismos de siempre tendrán que convencernos que dejarán de serlo cuando lleguen al poder. Solo así tendrán nuestro voto. Que hablen de planes concretos y no nos tomen el pelo.
No queremos más de los mismos de siempre. ¿Cómo los reconocemos? Tenemos solo un par de meses para resolver el misterio. Aunque dudemos que tenga solución.
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
“¿Por quién vas a votar?”, es la pregunta que todos hacen en estos días. En las elecciones presidenciales en que me ha tocado participar, nunca ha sido tan difícil la respuesta a esta pregunta. No sé. Ningún candidato me convence. Ninguno me hace aplaudir lleno de emoción y esperanzas por el futuro de este país.
Nuevamente, como cada cuatro años, tenemos una lista de supermercado de candidatos. A varios jamás los hemos visto ni escuchado. Aparecieron de repente inscribiendo su candidatura como quien se apunta a última hora para entrar en el equipo de fútbol de la oficina. A otros, en cambio, los hemos visto demasiado. Nos sabemos de memoria lo que van a decir.
“El problema es que están los mismos de siempre”. Escuchamos esta queja por todos lados. Lo dice la señora en la peluquería, el taxista, el salonero que nos sirve el almuerzo. Vemos las caras políticas de los candidatos, escuchamos sus respuestas esquivas y sentimos que ya los hemos visto, que son los mismos políticos de la última vez y la anterior y la anterior.
Pero, ¿quiénes son los mismos de siempre? ¿Podrá ser Álvaro Noboa, que ya ha sido candidato dos veces y nos conocemos de memoria su discurso vacío después de mil cadenas nacionales, bautizos neoyorquinos y maquetas de casas de dos pisos? Por otro lado, para muchos él es el empresario que representa el cambio y el alejamiento de lo mismo de siempre. ¿Podrá ser León Roldós, que también ha sido candidato, ha estado en gobiernos anteriores y parece que ha vivido desde siempre en medio de la política? Por otro lado, para muchos él es quien representa una propuesta nueva, una unión de fuerzas políticas, una alternativa a los mismos de siempre. ¿Podrá ser Cynthia Viteri, que ha sido diputada del más desprestigiado de los congresos y para muchos un títere de los mismos mandamases de siempre? Por otro lado, para muchos ella es una cara y una propuesta fresca, diferente a la del político tradicional, que represente el cambio que buscamos. ¿Podrá ser Rafael Correa, que formó parte de este triste gobierno y en pocas semanas puso la economía patas arriba y se encargó de hablar de más como cualquier político que quiere figurar? Por otro lado, para muchos él es el candidato joven, distinto y auténtico que el país necesita.
O sea que todos y ninguno son los mismos de siempre, según quien lo diga y por donde se lo mire. Al final del día, el fracaso o éxito del gobierno definirá si el ganador fue o no el mismo de siempre. Los mismos de siempre lo son hasta que demuestran lo contrario con su trabajo y su éxito. Quienes hoy están al frente de Guayaquil y Quito dejaron de ser los mismos de siempre, más allá de su pasado, desde el día que hicieron bien su trabajo.
Y entonces, ¿por quién vas a votar? Los mismos de siempre tendrán que convencernos que dejarán de serlo cuando lleguen al poder. Solo así tendrán nuestro voto. Que hablen de planes concretos y no nos tomen el pelo.
No queremos más de los mismos de siempre. ¿Cómo los reconocemos? Tenemos solo un par de meses para resolver el misterio. Aunque dudemos que tenga solución.
jueves, agosto 10, 2006
Votar aunque duela
Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
La conversación del momento gira en torno a los personajes del mundo de la farándula y la televisión criolla que pretenden representarnos en el Congreso. Estamos avergonzados, desesperados, asombrados, indignados, y _________ (poner aquí el adjetivo que mejor califique tu frustración).
Esta frustración ha despertado una reacción que toma fuerza de quienes proponen y apoyan el votar por ninguno de estos candidatos. Ha empezado la campaña por el voto nulo. Ya he recibido como diez e-mails con el mismo mensaje.
Comparto las motivaciones y razones de aquellos que proponen el voto nulo. Todos nos sentimos frustrados. Pero votar nulo es como votar por estos mismos personajes que queremos oponer. El voto nulo suena muy romántico, muy rebelde, muy revolucionario. Pero no es práctico, no funciona. Es contraproducente. Cada voto nulo es un voto menos en contra de los malos candidatos. Cuando ellos ocupen su sillón en el Congreso todos olvidarán el número de votos nulos, pero tendremos cuatro años para recordar a diario las personas que nuestro voto nulo llevó al poder.
No cometamos ese error. Canalicemos nuestra frustración hacia propuestas constructivas que generen reales cambios. En lugar de una campaña por el voto nulo, los esfuerzos se deben enfocar en campañas por los pocos candidatos que merecen nuestro voto, y si no existen, en esfuerzos por encontrar y motivar la participación de buenos candidatos.
De estos e-mails que circulan, hay temas que merecen la pena rescatarse. Como el que dice: "Si 100 diputados cuestan 4.500 dólares mensuales cada uno, da un total de 450.000 dólares mensuales para el Ecuador (sin viáticos ni dietas). Construir y habilitar una escuela para niños con discapacidad mental cuesta aproximadamente 100.000 dólares. Calcule: con ese monto se pudieran construir mensualmente cuatro escuelas para esta clase de niños, y en un año el Ecuador alcanzaría 40 y media escuelas para infantes con discapacidad mental".
Esto demuestra que mantener a un diputado no es barato, y con el Congreso de hoy, es un despilfarro de dinero. Por eso mismo debemos asegurarnos que quien vaya al Congreso sea la persona correcta, o al menos, lo mejorcito dentro de lo malo. Eso se logra votando a favor de alguien. No en contra de todos. El voto nulo puede mandar un mensaje fuerte sobre el estado decadente de nuestra democracia. Pero ese mensaje no servirá de mucho cuando quienes se encarguen de legislar sean justamente los candidatos que motivaron la frustración.
No votemos nulo. Votemos por el mejor, o el mal menor. Los problemas no se arreglan simplemente oponiéndose al problema. Se solucionan oponiéndose al problema y ofreciendo soluciones prácticas. La supuesta rebelión forajida nos enseñó lo poco o nada que se logra cuando uno solo se opone a algo y no ofrece una solución. Tanta bulla, tanto canto, tanta emoción, tanto romanticismo callejero y al final terminamos con un gobierno igual, y muy probablemente, peor que el que se tumbó. El voto nulo hace lo mismo: se opone a algo, pero no ofrece una solución.
La solución no está en botar a los malos, sino en votar por los buenos, o al menos, por los menos malos. Que en estas elecciones votemos con la cabeza por una solución, no con las emociones por mandar un mensaje que pocos escucharán.
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
La conversación del momento gira en torno a los personajes del mundo de la farándula y la televisión criolla que pretenden representarnos en el Congreso. Estamos avergonzados, desesperados, asombrados, indignados, y _________ (poner aquí el adjetivo que mejor califique tu frustración).
Esta frustración ha despertado una reacción que toma fuerza de quienes proponen y apoyan el votar por ninguno de estos candidatos. Ha empezado la campaña por el voto nulo. Ya he recibido como diez e-mails con el mismo mensaje.
Comparto las motivaciones y razones de aquellos que proponen el voto nulo. Todos nos sentimos frustrados. Pero votar nulo es como votar por estos mismos personajes que queremos oponer. El voto nulo suena muy romántico, muy rebelde, muy revolucionario. Pero no es práctico, no funciona. Es contraproducente. Cada voto nulo es un voto menos en contra de los malos candidatos. Cuando ellos ocupen su sillón en el Congreso todos olvidarán el número de votos nulos, pero tendremos cuatro años para recordar a diario las personas que nuestro voto nulo llevó al poder.
No cometamos ese error. Canalicemos nuestra frustración hacia propuestas constructivas que generen reales cambios. En lugar de una campaña por el voto nulo, los esfuerzos se deben enfocar en campañas por los pocos candidatos que merecen nuestro voto, y si no existen, en esfuerzos por encontrar y motivar la participación de buenos candidatos.
De estos e-mails que circulan, hay temas que merecen la pena rescatarse. Como el que dice: "Si 100 diputados cuestan 4.500 dólares mensuales cada uno, da un total de 450.000 dólares mensuales para el Ecuador (sin viáticos ni dietas). Construir y habilitar una escuela para niños con discapacidad mental cuesta aproximadamente 100.000 dólares. Calcule: con ese monto se pudieran construir mensualmente cuatro escuelas para esta clase de niños, y en un año el Ecuador alcanzaría 40 y media escuelas para infantes con discapacidad mental".
Esto demuestra que mantener a un diputado no es barato, y con el Congreso de hoy, es un despilfarro de dinero. Por eso mismo debemos asegurarnos que quien vaya al Congreso sea la persona correcta, o al menos, lo mejorcito dentro de lo malo. Eso se logra votando a favor de alguien. No en contra de todos. El voto nulo puede mandar un mensaje fuerte sobre el estado decadente de nuestra democracia. Pero ese mensaje no servirá de mucho cuando quienes se encarguen de legislar sean justamente los candidatos que motivaron la frustración.
No votemos nulo. Votemos por el mejor, o el mal menor. Los problemas no se arreglan simplemente oponiéndose al problema. Se solucionan oponiéndose al problema y ofreciendo soluciones prácticas. La supuesta rebelión forajida nos enseñó lo poco o nada que se logra cuando uno solo se opone a algo y no ofrece una solución. Tanta bulla, tanto canto, tanta emoción, tanto romanticismo callejero y al final terminamos con un gobierno igual, y muy probablemente, peor que el que se tumbó. El voto nulo hace lo mismo: se opone a algo, pero no ofrece una solución.
La solución no está en botar a los malos, sino en votar por los buenos, o al menos, por los menos malos. Que en estas elecciones votemos con la cabeza por una solución, no con las emociones por mandar un mensaje que pocos escucharán.
jueves, agosto 03, 2006
¡Sorpresa!
Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
No, no es la lista de artistas invitados a algún evento de farándula criolla. No es la cartelera de cantantes para algún show en la ciudad. No son los nombres en alguna columna de chismes. Agárrense de sus asientos: es la lista de nuestros aspirantes –y muy posibles ganadores– a diputados.
Para aquellos que se están preparando en la universidad, haciendo maestrías de administración pública, robándole horas a la noche leyendo e instruyéndose, preparándose con dedicación para ocupar un puesto público y servir al país, el mensaje de nuestros partidos políticos es clarísimo: no sean nerds, no pierdan su tiempo preparándose, mejor aprendan a actuar, bailar y agarrar un micrófono, háganse famosos en la tele, y listo.
Esto no quiere decir que los famosos que pretenden ir al Congreso no tengan las mejores intenciones, o no sean honestos o capaces, o no piensen luchar por este país. Pueden tener las mejores intenciones de este mundo. Y pueden sorprendernos con su excelente actuación. Ojalá. Pero ya los partidos políticos han desnudado su degradación. Han revelado el bajísimo estándar que requieren en sus candidatos. La única pregunta que se hacen es ¿cuántos votos puede conseguir esta persona? Ya ni se les pasa por la mente preguntar ¿cómo ejercerá su cargo esta persona?, ¿tiene los atributos, la formación, las cualidades, y sobre todo la experiencia necesarios?, ¿cómo representará los ideales (¿existen todavía?) de nuestro partido?
A esta vergonzosa lista de candidatos al Congreso se suma la triste improvisación con que se pretende escoger binomios presidenciales. Estamos a poquísimos días de que se cierren las inscripciones, y a contados días para que tengamos que votar, y recién nos empezamos a enterar de quiénes serán los binomios de los candidatos. En algunos casos, ni estamos seguros de quiénes serán los candidatos presidenciales. De los tres últimos presidentes que hemos elegido, los tres han caído, y sus vicepresidentes han gobernado (si contamos la cortísima presidencia de Rosalía). Esto nos debe gritar algo acerca de la importancia de quien acompaña al candidato presidencial en la papeleta. No se trata de cualquier figureti. Se trata del vicepresidente y potencial presidente del país. Lástima que nuestros partidos y candidatos parecen no entenderlo, y siguen buscando a última hora en noticieros y páginas de farándula un acompañante para el viaje electoral.
Bienvenidos a las elecciones de lo que salga, lo que venga. Lo que se cruce a última hora. Eso de prepararse no tiene sentido. Eso de formar jóvenes líderes que tomen la posta de los partidos políticos es una pérdida de tiempo. Ideología, preparación, inteligencia, experiencia, y todo aquello que sirve para ejercer un puesto público son detalles, tonterías para nuestros partidos. Lo que importa es la popularidad que gana votos.
Así, nuestros partidos políticos nos tienen hasta el último momento con una incertidumbre nunca antes vivida en el panorama electoral. Y cuando finalmente aparecen los candidatos nos dejan boquiabiertos. Como diría Rachito: ¡Sorpresa! El nivel de improvisación en estas elecciones demuestra lo bajo que han caído nuestros partidos y su subterráneo respeto hacia los puestos públicos.
Ojalá nos sorprendan todos aquellos famosos que nuestros votantes obligados seguro escogerán. Ojalá sus años frente a las cámaras y micrófonos les sirvan para legislar y gobernar con altura. Ojalá el próximo Congreso nos traiga más respeto y menos sorpresas.
¡Ay, pero cómo lo dudamos!
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
No, no es la lista de artistas invitados a algún evento de farándula criolla. No es la cartelera de cantantes para algún show en la ciudad. No son los nombres en alguna columna de chismes. Agárrense de sus asientos: es la lista de nuestros aspirantes –y muy posibles ganadores– a diputados.
Para aquellos que se están preparando en la universidad, haciendo maestrías de administración pública, robándole horas a la noche leyendo e instruyéndose, preparándose con dedicación para ocupar un puesto público y servir al país, el mensaje de nuestros partidos políticos es clarísimo: no sean nerds, no pierdan su tiempo preparándose, mejor aprendan a actuar, bailar y agarrar un micrófono, háganse famosos en la tele, y listo.
Esto no quiere decir que los famosos que pretenden ir al Congreso no tengan las mejores intenciones, o no sean honestos o capaces, o no piensen luchar por este país. Pueden tener las mejores intenciones de este mundo. Y pueden sorprendernos con su excelente actuación. Ojalá. Pero ya los partidos políticos han desnudado su degradación. Han revelado el bajísimo estándar que requieren en sus candidatos. La única pregunta que se hacen es ¿cuántos votos puede conseguir esta persona? Ya ni se les pasa por la mente preguntar ¿cómo ejercerá su cargo esta persona?, ¿tiene los atributos, la formación, las cualidades, y sobre todo la experiencia necesarios?, ¿cómo representará los ideales (¿existen todavía?) de nuestro partido?
A esta vergonzosa lista de candidatos al Congreso se suma la triste improvisación con que se pretende escoger binomios presidenciales. Estamos a poquísimos días de que se cierren las inscripciones, y a contados días para que tengamos que votar, y recién nos empezamos a enterar de quiénes serán los binomios de los candidatos. En algunos casos, ni estamos seguros de quiénes serán los candidatos presidenciales. De los tres últimos presidentes que hemos elegido, los tres han caído, y sus vicepresidentes han gobernado (si contamos la cortísima presidencia de Rosalía). Esto nos debe gritar algo acerca de la importancia de quien acompaña al candidato presidencial en la papeleta. No se trata de cualquier figureti. Se trata del vicepresidente y potencial presidente del país. Lástima que nuestros partidos y candidatos parecen no entenderlo, y siguen buscando a última hora en noticieros y páginas de farándula un acompañante para el viaje electoral.
Bienvenidos a las elecciones de lo que salga, lo que venga. Lo que se cruce a última hora. Eso de prepararse no tiene sentido. Eso de formar jóvenes líderes que tomen la posta de los partidos políticos es una pérdida de tiempo. Ideología, preparación, inteligencia, experiencia, y todo aquello que sirve para ejercer un puesto público son detalles, tonterías para nuestros partidos. Lo que importa es la popularidad que gana votos.
Así, nuestros partidos políticos nos tienen hasta el último momento con una incertidumbre nunca antes vivida en el panorama electoral. Y cuando finalmente aparecen los candidatos nos dejan boquiabiertos. Como diría Rachito: ¡Sorpresa! El nivel de improvisación en estas elecciones demuestra lo bajo que han caído nuestros partidos y su subterráneo respeto hacia los puestos públicos.
Ojalá nos sorprendan todos aquellos famosos que nuestros votantes obligados seguro escogerán. Ojalá sus años frente a las cámaras y micrófonos les sirvan para legislar y gobernar con altura. Ojalá el próximo Congreso nos traiga más respeto y menos sorpresas.
¡Ay, pero cómo lo dudamos!
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