jueves, mayo 25, 2006
¿Irrespeto?
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
La declaración de los obispos del Ecuador que circuló en relación a El Código da Vinci habla de “irrespeto a los creyentes”, “fraude” y “calumnia”. Más allá de saber que se trata de una obra de ficción que no debe tomarse como documento histórico, los obispos y muchos cristianos sienten que se intenta “descalificar la fe en la divinidad de Jesucristo”.
En este mundo diverso, con tantas creencias, culturas y tradiciones, cada quien puede creer lo que quiera y no tiene que aceptar las mismas creencias religiosas de otros. La divinidad de Jesús es una creencia religiosa aceptada por los cristianos, no un dato histórico aceptado universalmente. Si alguien quiere dudar de la divinidad de Jesús está en todo su derecho a hacerlo, como puede dudar de la virginidad de María o la existencia de un paraíso. Esto no es desinformar o falsificar la historia, ni atacar e irrespetar a los cristianos. Es simplemente discrepar sobre dogmas y creencias religiosas de determinados grupos.
Hay datos históricos. Y hay creencias religiosas. Que Jesús existió, tuvo seguidores y murió crucificado son hechos históricos con los que concuerdan historiadores, tanto cristianos como no cristianos. Que Jesús haya sido concebido sin un padre humano o que resucitara, son creencias religiosas que los cristianos aceptan por su fe, pero que la historia no prueba. Decir que Jesús se casó con María Magdalena y tuvo descendencia no es ofender a los cristianos. Siendo Jesús una figura histórica, cualquier persona está en su derecho a interesarse en su vida y generar teorías en relación a la misma.
Todos tenemos el derecho a seguir una religión o ninguna, a creer en algo o en nada. Lo importante es vivir en paz y armonía entre todos. Lo importante es que cada uno viva su fe y su religión, o la ausencia de ellas, en su espacio privado o junto a su congregación y que no intente imponerla a los demás. El que no quiere ver la película está en todo su derecho, pero que no intente evitar que otros lo hagan o que se sientan culpables al hacerlo.
Afortunadamente aquí nadie ha impedido que veamos la película. Incluso muchos grupos religiosos han aprovechado la oportunidad que “El Código da Vinci” presentó. En lugar de oponerse a la película, varias congregaciones han alentado a sus fieles a que la vean para luego debatirla abiertamente y fortalecer sus creencias. El Opus Dei, aunque aparezca como el malo en la novela y la película, ha sabido aprovechar la curiosidad de lectores alrededor del mundo para darse a conocer a más personas. Un artículo en la página web del Opus Dei titulado “Estoy en deuda con Dan Brown” cuenta de un hombre que ahora pertenece a esta institución gracias al interés que la novela despertó en él. Estas experiencias demuestran que en lugar de enfrentarse y quejarse por lo que dice una obra de ficción, resulta mejor concentrarse en las oportunidades que esta genera.
Esperemos que ante todo gane siempre la libertad de expresión, de opinión y de cultos. Que en lugar de intentar imponer un punto de vista, un tipo de creencia y una fe, se respete la diversidad de creencias que existen en el país y el mundo. Y que prevalezca el derecho a crear nuevas historias que nos entretengan, nos desafíen, y pongan a volar nuestra imaginación.
jueves, mayo 18, 2006
El triunfo de las llantas quemadas
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
Felicitaciones, señores bloqueadores de carreteras. Lo han logrado. El Gobierno los escuchó, o mejor dicho, se arrodilló ante ustedes. Se pronunció contra la inversión privada, la ley, el libre mercado, el progreso. Y ahí la tienen, recién salidita del horno: la caducidad del contrato con la Oxy que tanto esperaban, por la que tanto gritaron y tantas llantas quemaron, sintiéndose muy revolucionarios y justicieros.
Los empleados de Petroecuador les agradecen de todo corazón sus esfuerzos por pasar los bienes privados a manos burócratas y políticas. Festejen junto a sus diputados el supuesto bienestar que esta decisión traerá al país. Festejen nomás, que en poco tiempo se estrellarán contra la triste realidad de lo que su apoyo ha causado.
Y mientras festejan, lanzando gastadas frases a los micrófonos de los periodistas, vamos descubriendo que el problema nunca fue lo que hizo o no hizo la Oxy. En el fondo, hasta el más fanático nacionalista estaría de acuerdo que el vender parte de las acciones de la empresa a otra sin la debida autorización, no es una falta tan grave que no se pueda solucionar con una negociación. El problema no está en los actos de la empresa. El problema está en su origen: la Oxy es una empresa gringa. Las protestas y la caducidad difícilmente se hubieran dado contra una empresa de otro país. Pero la Oxy cometió el error de ser una empresa del “imperio culpable de todos nuestros males”, como dirían a las cámaras nuestros triunfantes diputados y quema-llantas.
Los extremos son malos. Hay quienes se inclinan y besan los pies de Estados Unidos como nuestra única fuente posible de bienestar y progreso. Y está el otro extremo. Quienes ven en ese país al imperio malvado y explotador causante de todas nuestras desgracias. Ambas posturas son peligrosas. La caducidad del contrato de la Oxy marca el triunfo del segundo grupo, que se cree condenado a la pobreza a causa de la explotación de los países ricos y no de sus propios errores.
Las preferencias, inversiones y programas de cooperación de Estados Unidos con nuestro país seguramente disminuirán, junto al TLC que se irá esfumando. No vayan a llorar mañana quienes hoy celebran. Prohibido quejarse de explotación y marginación, cuando veamos a nuestros vecinos colombianos progresar a pasos acelerados aprovechando su TLC con Estados Unidos, mientras nosotros nos hundimos junto a nuestros vecinos bolivianos en nuestro aislamiento nacionalista. Ya escucho las quejas en pocos años: que Estados Unidos no nos permite hacer negocios con ellos, que nos cobra aranceles muy altos, que nos cierra sus fronteras. Ya los escucho reclamando que a Colombia los traten tan bien y a nosotros tan mal. Pobres de nosotros, siempre tan explotados y sufridores.
Hoy nos hemos alejado más del bienestar y progreso que traen la integración, el respeto a las leyes y el apoyo a la empresa privada. Felicitaciones, señores diputados; felicitaciones, señor Presidente; felicitaciones, señores quema-llantas. Nuestras renovadas dignidad y soberanía nos han asegurado más miseria y exclusión.
Palacio duerme tranquilo: se salvó de un juicio en el Congreso. Pero eso es secundario. Lo juzgará la historia por todo lo que hizo, deshizo y no dejó hacer. Lo enjuiciará el oscuro futuro que sembró su indecisión.
lunes, mayo 15, 2006
Revista la U - Mayo 2006
En esta edición:
- Conoce a tus candidatos presidenciales: Carlos Sagnay y Rafael Correa.
- Reportaje: Matando el hambre en la U.
- El lUk en Baccus Coffee & Art.
- Bogotá en tres actos.
- Noticias de por allá: cuartos mixtos en Harvard, danza del vientre en Yale, conversando con el escritor de "Los Simpsons" en Georgetown.
- Orientación: Inteligencia Emocional.
- Noticias y eventos de tu U. en la circular.
- Columna de Karola: Saliendo de la depre.
- Grita por el megáfono.
- El cuestionariU a Chantal Fontaine, rectora del Instituto Fontaine.
- Reviews de música, cine, arte, libro, discoteca, restaurante, y más.
- Gánate pases como extra en la serie "Solteros sin Compromiso".
...y mucho más.
Para mayor información o publicidad escríbeme a manueligomez@yahoo.com. Para colaborar con artículos, fotos, ideas o comentarios escríbenos a revistalau@yahoo.com.
jueves, mayo 11, 2006
Unidos
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
En un mes quedarán a un lado las banderas políticas. Ya no importará si apoyamos o nos oponemos al TLC, si se negocia o no con la Oxy. Los candidatos a la presidencia pasarán a un plano secundario. Y todas esas genialidades que descubrimos a diario en el periódico y la tele –la última es la prohibición a que dos personas viajen en una moto– serán instantáneamente olvidadas. Empezará el Mundial de Alemania, y nada será más importante.
En un mes seremos un solo país, una sola voz. Insultaremos todos al mismo tiempo al árbitro cuando no pite ese penalti clarísimo a favor del Ecuador. Nos agarraremos la cabeza al mismo tiempo con esa bola que pasó rozando el palo. Y gritaremos –ojalá– juntos a todo pulmón ese grito de “gooool”.
Esos días en los que gente de izquierdas y derechas, burócratas y empresarios, costeños y serranos, barcelonistas y emelecistas, nos unimos en una sola voz en lugar de criticarnos y darnos a palos, debemos mirarnos los unos a los otros, y entender que somos todos parte del mismo equipo. Que todos –o al menos una gran parte– queremos lo mismo: que gane nuestro país dentro y fuera de la cancha.
Habrá quienes apoyen una u otra alineación. Sin duda, criticaremos al técnico cuando no coincidamos con sus decisiones. Y la pobre madre de algún delantero será la mujer más mentada en el país si este se come un gol. Nuestras estrategias, alineaciones y emociones serán distintas, pero el fin que buscamos es el mismo: que gane el país.
Los días fuera del Mundial no son muy distintos. Como ecuatorianos casi todos queremos que el país salga adelante, que haya más empleo, más seguridad, más educación, más producción, en fin, que gane el país. Pero como es normal, para alcanzar ese fin tenemos estrategias distintas. Unos creemos firmemente que para ello debemos abrirnos al mercado internacional y firmar el TLC. Otros apoyan una mayor protección de las empresas nacionales. Hay quienes buscamos el progreso del país en la seguridad jurídica que invite a los extranjeros a invertir. Otros buscan el bienestar del país cambiando leyes que quiten privilegios y utilidades a los inversionistas, a favor de más ingresos para el Estado. Son posturas variadas y muchas veces opuestas. Pero más allá de las diferentes ideologías, planes y estrategias, todos, o casi todos, queremos que el país salga adelante.
No olvidemos que jugamos en el mismo equipo. Que el reto está en avanzar más allá de nuestras diferencias. En luchar por nuestras convicciones, pero saber ceder y apoyar al oponente por el bienestar de la mayoría. Y en confiar a los que más saben –como en este Mundial confiamos en Suárez– las decisiones importantes que conduzcan al país hacia ese progreso que buscamos.
Pasará el Mundial y llegarán las elecciones. Talvez no estemos de acuerdo con el ganador, ni con su alineación y su estrategia de juego. Sugeriremos cambios y lucharemos por ellos. Pero una vez en la cancha, apoyemos a quien lidera el equipo. Que se escuche bien alto nuestra voz de apoyo. Que el progreso del país –como el triunfo de la selección– esté por encima de lo demás.
jueves, mayo 04, 2006
¿Lo nacional?
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
Estoy viendo en una foto a Evo Morales escoltado por militares. Detrás hay una planta de gas con un inmenso afiche colgado que dice: “Nacionalizado: Propiedad de los bolivianos”. Evo inicia así la nacionalización de los hidrocarburos y según sus palabras “mañana será la minería, será lo forestal, serán todos los recursos naturales, que pelearon nuestros antepasados”. ¡Qué alivio no ser boliviano en estos días!
Latinoamérica vive una montaña rusa: hoy nacionalizamos, mañana privatizamos, pasado mañana volvemos a nacionalizar. Ayer dictadura, hoy democracia, mañana más dictadura. Cerramos las fronteras al comercio, mejor las abrimos, qué tal si las volvemos a cerrar. Y después nos preguntamos por qué tanta pobreza y tanto atraso.
La dolarización es lo mejor que le ha sucedido a nuestro país, al menos en ese terreno ya no vivimos el vaivén de imprimir más billetes según la picazón en la cabeza del mandatario de turno. Lástima que no tengamos un freno obligatorio como el dólar a la hora de limitar el crecimiento del tamaño del Estado. Cada presidente engorda al Estado como quiere, y le confía a una burocracia especializada en el fracaso nuevas empresas “nacionales” con la excusa de moda de la soberanía nacional, la dignidad nacional y otras frases salpicadas de falso patriotismo.
Me preocupa, y deben preocuparnos, los Evos que creen que el Estado debe manejarlo todo. Tienen la receta probada para el fracaso. Aquello de “recuperar” lo nacional o que “nos devuelvan” lo nuestro, no es en la práctica otra cosa que entregarle a la burocracia y los que se alimentan como parásitos de ella, más millones y millones para gastar y repartirse alegremente. Mientras nuestros presidentes pronuncian esas frases con tufo a reciclada y fracasada historia nacional, la burocracia dorada de nuestros países descorcha botellas de champán. El grito de la soberanía es el mejor negocio para la minoría política dueña de lo nacional.
De repente la propiedad privada, motor del progreso de los pueblos, ha pasado a ser una cosa anticuada entre tanto eslogan nacionalista. Mañana algún Evo ecuatoriano decidirá, por ejemplo, que la cerveza es un bien nacional que le pertenece a todos los ecuatorianos y que por ello, por dignidad nacional, y soberanía alcohólica, debe ser nacionalizada. A nuestro Evo le indignará que la cerveza de los ecuatorianos sea propiedad de extranjeros, y la encargará a burócratas nacionales, preferentemente capitalinos. En poco tiempo aquel producto nacional empezaría a escasear entre mala administración, corrupción, nepotismo, exceso de empleados, etcétera. Y los ecuatorianos seguramente acabaríamos importando cerveza más barata y de mejor calidad. ¡Suerte que en la práctica la cerveza no entra en el discurso de la soberanía nacional! Tenemos cerveza nacional garantizada mientras esta permanezca en manos privadas.
No hay nada menos ecuatoriano que lo público. Petroecuador no le pertenece a los ecuatorianos. El IESS no le pertenece a los ecuatorianos. La educación pública no le pertenece a los ecuatorianos. Le pertenece a sus eternos arrimados, a los privilegios de unos pocos que se engordan de lo que en teoría le pertenece a todos.
Así cojea Latinoamérica. Mientras Evo nacionaliza y atenta contra lo privado, Humala llega a una segunda vuelta en Perú con el mismo discurso. Ojalá no sea contagioso.