Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
Nuestra Comisión de Tránsito del Guayas llegó a la cúspide de su genialidad. Colocó en la carretera a Salinas macabros avisos con la muerte en forma de calavera y la frase “te estoy esperando”, seguido por un minicementerio con lápidas. Ahí yaceremos quienes no seamos capaces de esquivar los obstáculos que la misma CTG nos pone en el camino.
¿No sería acaso más inteligente evitar los accidentes que esos carteles anuncian –no previenen– quitando los conos anaranjados en mitad del camino, que debemos esquivar con maniobras de eslalon? ¿O avisar con suficiente anticipación las curvas, cambios de vía, puentes en construcción, etcétera, con carteles hechos con estándares internacionales y no por el carpintero de la esquina? Nuevamente las “soluciones” de nuestra CTG se convierten en más problemas.
Esta falta de eficiencia, unida a la corrupción en la Comisión de Tránsito, deben ser una alerta en el camino hacia las autonomías. La autonomía que todos buscamos debe aprender de esta institución local lo que no se debe hacer. Y hasta que no tengamos una CTG limpia y eficiente, las autonomías en Guayaquil y el Guayas caminarán con una piedra en el zapato.
Me cuentan historias de tiempos cuando la CTG y sus miembros eran respetados. Épocas cuando la ciudadanía daba regalos por Navidad a los vigilantes, en agradecimiento por su labor. Imposible pensar eso hoy. Por eso preocupa, y debe preocuparle a nuestro Alcalde, el futuro de nuestra ciudad y de los logros autonómicos, cuando él ya no esté a cargo de las cosas.
Los últimos resultados en las elecciones del Perú nos muestran que una y otra vez los latinoamericanos nos equivocamos al votar. Los jóvenes peruanos que no recuerdan el desastroso gobierno de Alan García hoy votan por él. Ni hablar del triunfo del discurso divisivo y nacionalista de Humala. No debe sorprendernos entonces, que en futuras elecciones municipales vuelvan al poder los que tanto mal le hicieron a la ciudad, los que lanzaban juguetes desde el balcón municipal mientras las madres morían asfixiadas, los que convirtieron los corredores del Municipio en guarida de pipones. Ojalá no ocurra, pero debemos estar listos para ello.
Nebot ha demostrado con su trabajo y sus logros que mientras él esté a cargo de la ciudad las cosas marcharán. Pero que no olvide que no es eterno. Que convierta al Municipio en una institución sólida y con gente preparada, y a las fundaciones de la ciudad en instituciones fuertes y autónomas a las que sea muy difícil corromper, sin importar quien ocupe el sillón de Olmedo. Que nuestro Alcalde empiece hoy mismo a ceder poder y control sobre las fundaciones, en favor de la institucionalidad e independencia que les permitirá a estas estar por encima de los intereses particulares de cualquier alcalde.
La ciudad y las autonomías avanzan. Pero estas no pueden depender de una persona. Nuestro Alcalde debe asegurarse que perdurarán y avanzarán más allá de su administración. Nadie puede garantizar que los logros de hoy continúen con el tiempo si no contamos con instituciones locales sólidas. Basta el ejemplo de la CTG para probarlo. Solo con un Municipio fuerte y sus fundaciones fuertes –que no es lo mismo que un alcalde fuerte– podremos asegurar el futuro de la ciudad y las autonomías. De lo contrario otras CTG nos estarán esperando.
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