Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
Continuidad. Buenos directores técnicos. Saber aprovechar las ventajas. Tres elementos que contribuyeron al éxito de nuestra selección de fútbol. Tres elementos que no existen a nivel de gobierno y país.
La selección está donde está gracias al trabajo continuo y perseverante de sus técnicos y jugadores. Maturana, Bolillo y Suárez han sabido complementarse, formar y construir continuando el trabajo iniciado por Draskovic. Los cambios positivos no se dan de la noche a la mañana. Se dan a base de un trabajo continuo, sin virajes bruscos de timón. No se pasa de retro a quinta. Hay que pasar por primera, segunda, tercera.
Nuestros gobiernos han hecho todo lo contrario. Lo que un gobierno inicia, el siguiente lo desecha para empezar de cero. Tratan de arrancar en tercera, nos prometen que en pocos meses andaremos en quinta para terminar de retro. Las mejoras en Guayaquil y Quito son claros ejemplos de lo que una continuidad de políticas públicas puede lograr. No se trata de continuar con el mismo partido político, ni con el mismo estilo de gobierno. Ni siquiera con la misma tendencia política. Se puede ir de un gobierno de izquierda a derecha y mantener una continuidad de políticas básicas. Se trata de construir sobre lo construido y no destruir para construir a medias. Planear a largo plazo para que los grandes proyectos sobrevivan a los gobiernos.
Y para esto se necesitan buenos líderes y dirigentes. Mientras en fútbol se planea a futuro, se busca con cuidado al técnico y se le exige experiencia y calificaciones idóneas para su posición, en política votamos por cualquiera. No hay nada más ecuatoriano que la selección de fútbol. Nada que nos haga sentir el país tanto como esos once jugadores en la cancha. Y sin embargo, quienes han guiado los pasos de la selección han sido extranjeros. Es que en fútbol, a la hora de escoger un director técnico dejamos a un lado nacionalismos y otras ridiculeces y buscamos simplemente al mejor, sin importar de dónde venga. ¿Llegará el momento en que hagamos lo mismo con nuestro presidente? El día que discutamos por largas horas las calificaciones de tal o cual candidato como lo hacemos con los técnicos. El día que miremos más allá del empaque y la sonrisa y votemos simplemente por el mejor ecuatoriano para el puesto.
Y lo tercero: saber aprovechar ventajas comparativas. La selección aprovechó al máximo la oportunidad que le da jugar en la altura de Quito. No perdió ni un partido en casa. ¿Cuántos partidos pierden a diario nuestros gobiernos? Tenemos recursos naturales para explotar al máximo con proyectos que postergamos entre trabas y corrupción. Tenemos regiones ideales para el turismo que desaprovechamos. Archivamos nuestras ventajas comparativas. Nos comemos los goles en casa y nos dejamos golear por el equipo visitante.
Los goles no entran de suerte. El progreso no llega de repente. En el país de la improvisación la selección nos ha dado una lección de lo que el trabajo constante y a largo plazo, escogiendo buenos dirigentes y jugadores y aprovechando las ventajas comparativas, puede lograr. La meta es clara en fútbol: hacer goles y ganar partidos. Fijemos nuestra meta como país y avancemos en esa dirección. Que tomen nota nuestros políticos. Que tomemos nota todos.
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