Artículo escrito para la Revista “Javier Deportivo” - Colegio Javier

Hoy que caminamos por la vida como artistas, empresarios, abogados, casados, solteros, hombres de derechas e izquierdas, ateos, creyentes, padres, hijos, esposos, amantes, jefes, empleados, profesionales, emigrantes. Hoy que trabajamos en países lejanos y en la vuelta de la esquina. Hoy que hacemos cuentas para llegar a fin de mes.
Hoy que entendemos que aquella frasecita “Al Javier se entra pero nunca se sale” es tan cierta como suena. Hoy que el tiempo borra lecciones pero no borra momentos. Hoy que en el fondo todavía tenemos quince años.
Hoy queda el Javier.

Y quedan el debe y el haber de la Fray, y queda el workbook de la Servigón. El graffiti en los baños, la teología de Gustavo, el himno nacional de los lunes con Barriga. La rayita en los recreos, la corbata en los exámenes, el papel ministro de Salvador, las canciones de los curas argentinos, el sonido del timbre, las horas libres, las horas felices.
Y queda el remón de siempre pidiendo plata junto al bar, el gordo con su termo y sus sánduches que a nadie brindaba, los abusadores de sexto robándole k-chitos a los de primero. Quedan la tierra y las piedras en la cancha de fútbol y el sueño verde cuando solo era un sueño, la piscina que nadie usaba, el cigarrillo junto al bar y a escondidas, la aplastadera de la cola.
Y quedan los amigos que llegaron al final, los amigos que quedaron en el camino, los amigos que se fueron, los que volvieron, los que nunca más volvimos a ver, los que vemos siempre, los de las risas a carcajadas, los de los puñetes a la salida, los cómplices, los incondicionales.
Y queda la emoción del gol el sábado en la mañana, el sabor del mango en fundita a la salida, la sacadera de aire en clase con Pedro, el olor a sudor y la hoja que se pega al brazo después de un partido en el recreo. Queda la borrachera del viernes. Quedan las fiestas, las niñas, el baile, el deseo, los besos.

En fin, queda una época. Quedan años mas sencillos cuando las puertas permanecían abiertas. Queda la adolescencia, la juventud, la esperanza. Quedan las ilusiones, los sueños, las ganas. Queda el Javier. Quedamos los javerianos. Mientras el resto seguirá pasando.
1 comentario:
Muy bueno el escrito. Habiendo ido a las Olimpíadas por mi hijo, también javeriano, hoy me lo topé a Alfredito. 74 años. Le pregunto por la "Javier Deportivo", si aún la publica. Con esos gestos tan suyos, que a veces esconden algo de amargura -esas de contar el "milagro", pero no el "santo"- me dice que ya no. Me asombré. Interpreto de otras cosas que me dijo que existiría falta de apoyo y que ya está algo viejo. Mi hijo me dice que aún toma fotos de los partidos. Me parece que esa iniciativa del Javier Deportivo no puede dejársela morir. Habría que hacer algo. Yo intenté conversar algo, pero como que no era el tiempo ni el lugar.
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