Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
Al paso que vamos, en poco tiempo escribiré esta columna con pluma y papel. Otra vez nos amenazan los apagones. Adiós a las computadoras, el e-mail, el fax. En la era de la tecnología, la globalización, la electrónica y la información volando a toda velocidad, los ecuatorianos estamos a punto de volver a los chasquis. La falta de planificación de nuestros gobiernos nos sumerge en lo más profundo del fango tercermundista. Hablamos de competitividad, libre comercio, reactivación y dudamos si podremos encender nuestras computadoras y hacer andar nuestras fábricas.
¿Quién responde por la falta de planificación? ¿Quién nos paga las pérdidas? ¿A quién le cobra el pobre ciudadano por su refrigeradora quemada por los cambios de voltaje? ¿Quién le paga a las empresas las horas perdidas con maquinaria apagada? Nadie responde. Silencio en la capital. Los culpables se esconden en las esquinas de nuestra oscura historia política. A cambio nos ofrecen multas si no ahorramos electricidad.
Gobierno tras gobierno se han lanzado la pelotita del futuro para concentrarse en lo inmediato. Nadie analiza las acciones que se deben tomar para el país del 2010, 2015, 2020. Nuestros gobiernos se concentran en sobrevivir. Como alcohólicos en recuperación, solo piensan en el día a día. Hoy no tomaré un trago. Hoy no me echarán del poder. En mañana y pasado mañana que piensen otros. Es cierto que no podemos echarle la culpa a los actuales gobernantes y políticos por la crisis energética (aunque algunos de ellos sí son parte de las decisiones que no se tomaron en un pasado), pero sí debemos exigirles que no cometan los mismos errores.
Vamos todos a ahorrar electricidad como nos piden porque no queremos apagones, porque no queremos pérdidas, porque queremos salir de esta crisis y porque no queremos que nos multen. Por lo pronto podemos apagar la televisión y en lugar de envenenarnos con la crónica roja y programas que dan vergüenza ajena, podemos leer un libro o simplemente conversar. Pero el asunto no puede quedarse ahí. Este Gobierno debe diseñar y mostrarnos el mapa para un Ecuador con energía.
El Congreso ya puede hacer lo suyo apoyando el proyecto para crear incentivos tributarios, que atraería a empresas extranjeras a invertir en el sector eléctrico. Y este Gobierno tiene la oportunidad de convertirse en el Gobierno de la energía ejecutando los proyectos que otros han postergado año tras año, invirtiendo en el Ecuador de los próximos años y no de la próxima encuesta de popularidad.
Pero estoy soñando. Este Gobierno de paso, al igual que los anteriores, se concentrará en sobrevivir, en caerle bien a los grupos de poder, en desfilar por conferencias y asambleas internacionales, en esperar a que venga el siguiente. No hará nada por nuestro futuro. Dejará a un lado los proyectos eléctricos, la educación, la salud y todo aquello que no ofrezca resultados inmediatos. Se irá Palacio sin pena ni gloria logrando su objetivo: sobrevivir en el poder. Que del mañana se encargue el siguiente gobierno. Y el siguiente y el siguiente.
Ojalá esté equivocado. Que este Gobierno nos sorprenda. Que las acciones de hoy enciendan las luces y las máquinas del Ecuador del 2010. Por lo pronto voy comprando velas y linternas para iluminar los oscuros días que nos esperan.
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