Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador

Rosa no pretendía iniciar ningún movimiento. Era simplemente una mujer humilde cansada de tener que obedecer las estúpidas leyes que la convertían en un ciudadano de segunda. Pero hizo algo valiente en el momento histórico preciso.
Hoy el ejemplo de Rosa es importante, sobre todo en este estancado y corrupto Tercer Mundo. En Estados Unidos existen injusticias imposibles de evitar como en cualquier lugar, pero en general la ley funciona y es justa. Acá en cambio necesitamos nuestras Rosas, hombres y mujeres valientes y decididos que desafíen las injusticias que a diario vivimos.
Podemos ser como Rosa cuando un vigilante nos pida para las colas. Rosa diría: cíteme nomás que yo no le doy un centavo. Podemos ser como Rosa cuando vemos

Aquí no son las leyes sino los hombres los que segregan. Diputados que le quitan el puesto del bus al pueblo que votó por ellos, para cedérselo a los intereses del jefe del partido; burócratas centralistas que segregan ciudades y provincias para mantener contentos a sus vecinos de la capital y sus eternos cheques a fin de mes; profesores de la UNE que mandan a los asientos del fondo a la educación de los niños para ellos sentarse muy cómodos en la primera fila de su incompetencia.

Rosa Parks murió este lunes a sus noventa y dos años. Su coraje no muere para los millones de negros en Estados Unidos que hoy se pueden sentar donde les dé la gana.
Rosa Parks se quedó en su asiento y desobedeció una ley injusta. Es difícil combatir la injusticia como lo hizo Rosa. Hay que ser muy valiente. Pero si se está en el lugar y el momento preciso, ese acto de valentía puede ir muy lejos.
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