Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
Rosa Parks se negó a cederle su puesto en el bus a un hombre blanco. Rosa era negra en la Alabama de los cincuenta, cuando la segregación era la norma. Pero Rosa no se dejó. Cuando el chofer del bus le pidió que se moviera a los asientos de atrás para darle su lugar a un hombre blanco, ella dijo no. Fue arrestada y multada como lo establecía la ley. Pero su encierro no fue en vano. Dio inicio a todo un movimiento por los derechos civiles liderado por un joven Martin Luther King Jr.
Rosa no pretendía iniciar ningún movimiento. Era simplemente una mujer humilde cansada de tener que obedecer las estúpidas leyes que la convertían en un ciudadano de segunda. Pero hizo algo valiente en el momento histórico preciso.
Hoy el ejemplo de Rosa es importante, sobre todo en este estancado y corrupto Tercer Mundo. En Estados Unidos existen injusticias imposibles de evitar como en cualquier lugar, pero en general la ley funciona y es justa. Acá en cambio necesitamos nuestras Rosas, hombres y mujeres valientes y decididos que desafíen las injusticias que a diario vivimos.
Podemos ser como Rosa cuando un vigilante nos pida para las colas. Rosa diría: cíteme nomás que yo no le doy un centavo. Podemos ser como Rosa cuando vemos negociados a nuestro alrededor. Rosa no se quedaría callada y denunciaría la corrupción. Estoy seguro de que Rosa movería cielo y tierra para que el Seguro Social la trate con dignidad y haga su trabajo. Como Rosa, no debemos ceder nuestros derechos.
Aquí no son las leyes sino los hombres los que segregan. Diputados que le quitan el puesto del bus al pueblo que votó por ellos, para cedérselo a los intereses del jefe del partido; burócratas centralistas que segregan ciudades y provincias para mantener contentos a sus vecinos de la capital y sus eternos cheques a fin de mes; profesores de la UNE que mandan a los asientos del fondo a la educación de los niños para ellos sentarse muy cómodos en la primera fila de su incompetencia.
Cuando las leyes no funcionan se las debe enfrentar y cambiar. Cuando la gente no funciona, debe renovarse. Rosa luchó por eso. Hoy tenemos la propuesta de una Constituyente para cambiar las cosas. Desconfío de lo que se pueda hacer en ella, pero al menos indica un deseo de renovación. El verdadero cambio vendrá cuando tengamos más de una Rosa diputada que se niegue a seguir el juego de la confrontación y los intereses ocultos y les abra los ojos a los demás. Cuando más de uno se niegue a cederle su puesto a los prepotentes de siempre y su acto no quede aislado, sino que reciba el apoyo popular y de un líder dispuesto a encabezar la marcha.
Rosa Parks murió este lunes a sus noventa y dos años. Su coraje no muere para los millones de negros en Estados Unidos que hoy se pueden sentar donde les dé la gana.
Rosa Parks se quedó en su asiento y desobedeció una ley injusta. Es difícil combatir la injusticia como lo hizo Rosa. Hay que ser muy valiente. Pero si se está en el lugar y el momento preciso, ese acto de valentía puede ir muy lejos.
jueves, octubre 27, 2005
viernes, octubre 21, 2005
Queda el Javier
Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Artículo escrito para la Revista “Javier Deportivo” - Colegio Javier
Hoy que nos tomamos un trago con el recuerdo y reímos como si fuera ayer cuando nos graduamos hace diez años. Hoy que se ha ido la voz de gallo y en lugar de barba empieza a asomar la calva. Hoy que hemos pasado por universidades, noviazgos, amores, desamores, matrimonios, divorcios, hijos, triunfos, derrotas, satisfacciones, emociones.
Hoy que caminamos por la vida como artistas, empresarios, abogados, casados, solteros, hombres de derechas e izquierdas, ateos, creyentes, padres, hijos, esposos, amantes, jefes, empleados, profesionales, emigrantes. Hoy que trabajamos en países lejanos y en la vuelta de la esquina. Hoy que hacemos cuentas para llegar a fin de mes.
Hoy que entendemos que aquella frasecita “Al Javier se entra pero nunca se sale” es tan cierta como suena. Hoy que el tiempo borra lecciones pero no borra momentos. Hoy que en el fondo todavía tenemos quince años.
Hoy queda el Javier.
Y quedan las estrictas lecciones de Villegas, las lunáticas teorías de Reyes, las historias del Abogado Muñoz. Quedan los eternos sermones de Paquito, el delicioso y sospechoso sánduche de la madrina, la tarjeta amarilla de Alfredito, el relajo en el bus, la gramática de la Caballero.
Y quedan el debe y el haber de la Fray, y queda el workbook de la Servigón. El graffiti en los baños, la teología de Gustavo, el himno nacional de los lunes con Barriga. La rayita en los recreos, la corbata en los exámenes, el papel ministro de Salvador, las canciones de los curas argentinos, el sonido del timbre, las horas libres, las horas felices.
Y queda el remón de siempre pidiendo plata junto al bar, el gordo con su termo y sus sánduches que a nadie brindaba, los abusadores de sexto robándole k-chitos a los de primero. Quedan la tierra y las piedras en la cancha de fútbol y el sueño verde cuando solo era un sueño, la piscina que nadie usaba, el cigarrillo junto al bar y a escondidas, la aplastadera de la cola.
Y quedan los amigos que llegaron al final, los amigos que quedaron en el camino, los amigos que se fueron, los que volvieron, los que nunca más volvimos a ver, los que vemos siempre, los de las risas a carcajadas, los de los puñetes a la salida, los cómplices, los incondicionales.
Y queda la emoción del gol el sábado en la mañana, el sabor del mango en fundita a la salida, la sacadera de aire en clase con Pedro, el olor a sudor y la hoja que se pega al brazo después de un partido en el recreo. Queda la borrachera del viernes. Quedan las fiestas, las niñas, el baile, el deseo, los besos.
Y queda la sala de computación con computadoras que nunca prendían, los órganos disecados que alguna profesora nos hacía tocar, los fouls de los profesores que el árbitro nunca pitaba. Y queda la kermesse con las chicas y el rock, la fuga y la misa de primer viernes, el himno a la Dolorosa a todo pulmón, el grito de hora libre cuando el profesor no llegaba, las confesiones con Moreta de un padrenuestro y tres avemarías. Queda la camiseta, la ardillita, el uniforme concho de vino. Quedan los profesores, compañeros, los amigos.
En fin, queda una época. Quedan años mas sencillos cuando las puertas permanecían abiertas. Queda la adolescencia, la juventud, la esperanza. Quedan las ilusiones, los sueños, las ganas. Queda el Javier. Quedamos los javerianos. Mientras el resto seguirá pasando.
Artículo escrito para la Revista “Javier Deportivo” - Colegio Javier
Hoy que nos tomamos un trago con el recuerdo y reímos como si fuera ayer cuando nos graduamos hace diez años. Hoy que se ha ido la voz de gallo y en lugar de barba empieza a asomar la calva. Hoy que hemos pasado por universidades, noviazgos, amores, desamores, matrimonios, divorcios, hijos, triunfos, derrotas, satisfacciones, emociones.
Hoy que caminamos por la vida como artistas, empresarios, abogados, casados, solteros, hombres de derechas e izquierdas, ateos, creyentes, padres, hijos, esposos, amantes, jefes, empleados, profesionales, emigrantes. Hoy que trabajamos en países lejanos y en la vuelta de la esquina. Hoy que hacemos cuentas para llegar a fin de mes.
Hoy que entendemos que aquella frasecita “Al Javier se entra pero nunca se sale” es tan cierta como suena. Hoy que el tiempo borra lecciones pero no borra momentos. Hoy que en el fondo todavía tenemos quince años.
Hoy queda el Javier.
Y quedan las estrictas lecciones de Villegas, las lunáticas teorías de Reyes, las historias del Abogado Muñoz. Quedan los eternos sermones de Paquito, el delicioso y sospechoso sánduche de la madrina, la tarjeta amarilla de Alfredito, el relajo en el bus, la gramática de la Caballero.
Y quedan el debe y el haber de la Fray, y queda el workbook de la Servigón. El graffiti en los baños, la teología de Gustavo, el himno nacional de los lunes con Barriga. La rayita en los recreos, la corbata en los exámenes, el papel ministro de Salvador, las canciones de los curas argentinos, el sonido del timbre, las horas libres, las horas felices.
Y queda el remón de siempre pidiendo plata junto al bar, el gordo con su termo y sus sánduches que a nadie brindaba, los abusadores de sexto robándole k-chitos a los de primero. Quedan la tierra y las piedras en la cancha de fútbol y el sueño verde cuando solo era un sueño, la piscina que nadie usaba, el cigarrillo junto al bar y a escondidas, la aplastadera de la cola.
Y quedan los amigos que llegaron al final, los amigos que quedaron en el camino, los amigos que se fueron, los que volvieron, los que nunca más volvimos a ver, los que vemos siempre, los de las risas a carcajadas, los de los puñetes a la salida, los cómplices, los incondicionales.
Y queda la emoción del gol el sábado en la mañana, el sabor del mango en fundita a la salida, la sacadera de aire en clase con Pedro, el olor a sudor y la hoja que se pega al brazo después de un partido en el recreo. Queda la borrachera del viernes. Quedan las fiestas, las niñas, el baile, el deseo, los besos.
Y queda la sala de computación con computadoras que nunca prendían, los órganos disecados que alguna profesora nos hacía tocar, los fouls de los profesores que el árbitro nunca pitaba. Y queda la kermesse con las chicas y el rock, la fuga y la misa de primer viernes, el himno a la Dolorosa a todo pulmón, el grito de hora libre cuando el profesor no llegaba, las confesiones con Moreta de un padrenuestro y tres avemarías. Queda la camiseta, la ardillita, el uniforme concho de vino. Quedan los profesores, compañeros, los amigos.
En fin, queda una época. Quedan años mas sencillos cuando las puertas permanecían abiertas. Queda la adolescencia, la juventud, la esperanza. Quedan las ilusiones, los sueños, las ganas. Queda el Javier. Quedamos los javerianos. Mientras el resto seguirá pasando.
jueves, octubre 20, 2005
¿Quién quiere ser presidente?
Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
“Cuando estaba en la universidad/… yo también soñaba con ser presidente/pero ahora me da una flojera infinita/… Yo no quiero ser presidente.../no quiero servir al pueblo /yo sólo deseo fervientemente /servirme a mí mismo... /qué pereza ser presidente/despertarse temprano /inaugurar carreteras... / dar discursos memorables... /tener fe en el futuro…”, escribe Jaime Bayly.
Muchos, al igual que Bayly, abandonan la idea de ser presidente. La presidencia complica a la familia y saca demasiadas canas. Sucede en todos lados. Nuestro problema es que a los sacrificios naturales del poder debemos añadirle una segura orden de arresto. Así, ¿quién quiere ser presidente, o ministro, o lo que sea?
Los noticiarios nos acaban de mostrar a dos ex presidentes siendo escoltados a su encierro. Es vergonzoso y alarmante que todos nuestros ex presidentes a partir de Abdalá han tenido órdenes de arresto. Más allá de que sean víctimas de persecuciones o de su propia sinvergüencería, la figura del presidente ha pasado de ser respetada a condenada.
Los extremos siempre son malos. El extremo con gobernantes infalibles e intocables nunca es bueno. Pero el extremo al que hemos llegado, en el que ser presidente viene acompañado de persecuciones garantizadas, es peor. Obviamente, se debe castigar siguiendo el debido proceso legal los actos deshonestos de quienes nos gobiernan. Pero, en nuestro país lo legal y lo justo ya perdieron su significado. Si los últimos años sirven de ejemplo, antes que pensar en la constituyente o la refundación de este hundido país, Palacio debería buscarse un buen abogado y un plan de escape.
¿Quién quiere ser presidente en el país de la prisión preventiva, la Corte inexistente y los jueces comprados? ¿Quién quiere entrar en política en la tierra donde todo depende de la voluntad de unos cuantos políticos poderosos?
Me asusta pensar en quienes sí quieren ser presidentes: o son muy valientes, o confunden el ¿quién quiere ser presidente? con ¿quién quiere ser millonario?, o tienen tanto dinero que esto de ser presidente suena divertido, o están algo locos.
Palacio se encontró con la presidencia que aspiraba en silencio. Hoy habla con frases serias e importantes. Que no pierda su tiempo. Conque ayude a que más gente preparada quiera entrar en política, habrá hecho mucho por el país. Conque en lugar de insistir en consultas y constituyentes que acabarán en más escándalos y letra muerta se concentre en asegurar una Corte con jueces independientes, preparados y honestos que permitan a su sucesor gobernar con tranquilidad, para algo habrá servido su estadía en Carondelet.
Mientras la persecución, la cárcel y el exilio acompañen los puestos públicos nadie que sea honesto y valga la pena querrá ocuparlos. El tiempo vuela y ya mismo votaremos por un nuevo gobernante. Si nada cambia, Palacio y sus sucesores pasarán a la creciente lista de exiliados que cometieron el grave delito de ser presidentes.
Bayly termina escribiendo “yo no quiero ser presidente /por todo eso y algo más: /porque ser el preferido de la mayoría /suele ser una vulgaridad”. Ya quisiéramos que acá los presidentes fueran los preferidos de la mayoría, como sucede en Colombia y otros países. Mientras se puedan seguir ordenando arrestos de un telefonazo, dudo que alcancemos buenos gobernantes.
¿Quién quiere ser presidente?, pregunta la profesora. Hoy se levantan pocas manos.
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
“Cuando estaba en la universidad/… yo también soñaba con ser presidente/pero ahora me da una flojera infinita/… Yo no quiero ser presidente.../no quiero servir al pueblo /yo sólo deseo fervientemente /servirme a mí mismo... /qué pereza ser presidente/despertarse temprano /inaugurar carreteras... / dar discursos memorables... /tener fe en el futuro…”, escribe Jaime Bayly.
Muchos, al igual que Bayly, abandonan la idea de ser presidente. La presidencia complica a la familia y saca demasiadas canas. Sucede en todos lados. Nuestro problema es que a los sacrificios naturales del poder debemos añadirle una segura orden de arresto. Así, ¿quién quiere ser presidente, o ministro, o lo que sea?
Los noticiarios nos acaban de mostrar a dos ex presidentes siendo escoltados a su encierro. Es vergonzoso y alarmante que todos nuestros ex presidentes a partir de Abdalá han tenido órdenes de arresto. Más allá de que sean víctimas de persecuciones o de su propia sinvergüencería, la figura del presidente ha pasado de ser respetada a condenada.
Los extremos siempre son malos. El extremo con gobernantes infalibles e intocables nunca es bueno. Pero el extremo al que hemos llegado, en el que ser presidente viene acompañado de persecuciones garantizadas, es peor. Obviamente, se debe castigar siguiendo el debido proceso legal los actos deshonestos de quienes nos gobiernan. Pero, en nuestro país lo legal y lo justo ya perdieron su significado. Si los últimos años sirven de ejemplo, antes que pensar en la constituyente o la refundación de este hundido país, Palacio debería buscarse un buen abogado y un plan de escape.
¿Quién quiere ser presidente en el país de la prisión preventiva, la Corte inexistente y los jueces comprados? ¿Quién quiere entrar en política en la tierra donde todo depende de la voluntad de unos cuantos políticos poderosos?
Me asusta pensar en quienes sí quieren ser presidentes: o son muy valientes, o confunden el ¿quién quiere ser presidente? con ¿quién quiere ser millonario?, o tienen tanto dinero que esto de ser presidente suena divertido, o están algo locos.
Palacio se encontró con la presidencia que aspiraba en silencio. Hoy habla con frases serias e importantes. Que no pierda su tiempo. Conque ayude a que más gente preparada quiera entrar en política, habrá hecho mucho por el país. Conque en lugar de insistir en consultas y constituyentes que acabarán en más escándalos y letra muerta se concentre en asegurar una Corte con jueces independientes, preparados y honestos que permitan a su sucesor gobernar con tranquilidad, para algo habrá servido su estadía en Carondelet.
Mientras la persecución, la cárcel y el exilio acompañen los puestos públicos nadie que sea honesto y valga la pena querrá ocuparlos. El tiempo vuela y ya mismo votaremos por un nuevo gobernante. Si nada cambia, Palacio y sus sucesores pasarán a la creciente lista de exiliados que cometieron el grave delito de ser presidentes.
Bayly termina escribiendo “yo no quiero ser presidente /por todo eso y algo más: /porque ser el preferido de la mayoría /suele ser una vulgaridad”. Ya quisiéramos que acá los presidentes fueran los preferidos de la mayoría, como sucede en Colombia y otros países. Mientras se puedan seguir ordenando arrestos de un telefonazo, dudo que alcancemos buenos gobernantes.
¿Quién quiere ser presidente?, pregunta la profesora. Hoy se levantan pocas manos.
jueves, octubre 13, 2005
Tomando nota
Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
Continuidad. Buenos directores técnicos. Saber aprovechar las ventajas. Tres elementos que contribuyeron al éxito de nuestra selección de fútbol. Tres elementos que no existen a nivel de gobierno y país.
La selección está donde está gracias al trabajo continuo y perseverante de sus técnicos y jugadores. Maturana, Bolillo y Suárez han sabido complementarse, formar y construir continuando el trabajo iniciado por Draskovic. Los cambios positivos no se dan de la noche a la mañana. Se dan a base de un trabajo continuo, sin virajes bruscos de timón. No se pasa de retro a quinta. Hay que pasar por primera, segunda, tercera.
Nuestros gobiernos han hecho todo lo contrario. Lo que un gobierno inicia, el siguiente lo desecha para empezar de cero. Tratan de arrancar en tercera, nos prometen que en pocos meses andaremos en quinta para terminar de retro. Las mejoras en Guayaquil y Quito son claros ejemplos de lo que una continuidad de políticas públicas puede lograr. No se trata de continuar con el mismo partido político, ni con el mismo estilo de gobierno. Ni siquiera con la misma tendencia política. Se puede ir de un gobierno de izquierda a derecha y mantener una continuidad de políticas básicas. Se trata de construir sobre lo construido y no destruir para construir a medias. Planear a largo plazo para que los grandes proyectos sobrevivan a los gobiernos.
Y para esto se necesitan buenos líderes y dirigentes. Mientras en fútbol se planea a futuro, se busca con cuidado al técnico y se le exige experiencia y calificaciones idóneas para su posición, en política votamos por cualquiera. No hay nada más ecuatoriano que la selección de fútbol. Nada que nos haga sentir el país tanto como esos once jugadores en la cancha. Y sin embargo, quienes han guiado los pasos de la selección han sido extranjeros. Es que en fútbol, a la hora de escoger un director técnico dejamos a un lado nacionalismos y otras ridiculeces y buscamos simplemente al mejor, sin importar de dónde venga. ¿Llegará el momento en que hagamos lo mismo con nuestro presidente? El día que discutamos por largas horas las calificaciones de tal o cual candidato como lo hacemos con los técnicos. El día que miremos más allá del empaque y la sonrisa y votemos simplemente por el mejor ecuatoriano para el puesto.
Y lo tercero: saber aprovechar ventajas comparativas. La selección aprovechó al máximo la oportunidad que le da jugar en la altura de Quito. No perdió ni un partido en casa. ¿Cuántos partidos pierden a diario nuestros gobiernos? Tenemos recursos naturales para explotar al máximo con proyectos que postergamos entre trabas y corrupción. Tenemos regiones ideales para el turismo que desaprovechamos. Archivamos nuestras ventajas comparativas. Nos comemos los goles en casa y nos dejamos golear por el equipo visitante.
Los goles no entran de suerte. El progreso no llega de repente. En el país de la improvisación la selección nos ha dado una lección de lo que el trabajo constante y a largo plazo, escogiendo buenos dirigentes y jugadores y aprovechando las ventajas comparativas, puede lograr. La meta es clara en fútbol: hacer goles y ganar partidos. Fijemos nuestra meta como país y avancemos en esa dirección. Que tomen nota nuestros políticos. Que tomemos nota todos.
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
Continuidad. Buenos directores técnicos. Saber aprovechar las ventajas. Tres elementos que contribuyeron al éxito de nuestra selección de fútbol. Tres elementos que no existen a nivel de gobierno y país.
La selección está donde está gracias al trabajo continuo y perseverante de sus técnicos y jugadores. Maturana, Bolillo y Suárez han sabido complementarse, formar y construir continuando el trabajo iniciado por Draskovic. Los cambios positivos no se dan de la noche a la mañana. Se dan a base de un trabajo continuo, sin virajes bruscos de timón. No se pasa de retro a quinta. Hay que pasar por primera, segunda, tercera.
Nuestros gobiernos han hecho todo lo contrario. Lo que un gobierno inicia, el siguiente lo desecha para empezar de cero. Tratan de arrancar en tercera, nos prometen que en pocos meses andaremos en quinta para terminar de retro. Las mejoras en Guayaquil y Quito son claros ejemplos de lo que una continuidad de políticas públicas puede lograr. No se trata de continuar con el mismo partido político, ni con el mismo estilo de gobierno. Ni siquiera con la misma tendencia política. Se puede ir de un gobierno de izquierda a derecha y mantener una continuidad de políticas básicas. Se trata de construir sobre lo construido y no destruir para construir a medias. Planear a largo plazo para que los grandes proyectos sobrevivan a los gobiernos.
Y para esto se necesitan buenos líderes y dirigentes. Mientras en fútbol se planea a futuro, se busca con cuidado al técnico y se le exige experiencia y calificaciones idóneas para su posición, en política votamos por cualquiera. No hay nada más ecuatoriano que la selección de fútbol. Nada que nos haga sentir el país tanto como esos once jugadores en la cancha. Y sin embargo, quienes han guiado los pasos de la selección han sido extranjeros. Es que en fútbol, a la hora de escoger un director técnico dejamos a un lado nacionalismos y otras ridiculeces y buscamos simplemente al mejor, sin importar de dónde venga. ¿Llegará el momento en que hagamos lo mismo con nuestro presidente? El día que discutamos por largas horas las calificaciones de tal o cual candidato como lo hacemos con los técnicos. El día que miremos más allá del empaque y la sonrisa y votemos simplemente por el mejor ecuatoriano para el puesto.
Y lo tercero: saber aprovechar ventajas comparativas. La selección aprovechó al máximo la oportunidad que le da jugar en la altura de Quito. No perdió ni un partido en casa. ¿Cuántos partidos pierden a diario nuestros gobiernos? Tenemos recursos naturales para explotar al máximo con proyectos que postergamos entre trabas y corrupción. Tenemos regiones ideales para el turismo que desaprovechamos. Archivamos nuestras ventajas comparativas. Nos comemos los goles en casa y nos dejamos golear por el equipo visitante.
Los goles no entran de suerte. El progreso no llega de repente. En el país de la improvisación la selección nos ha dado una lección de lo que el trabajo constante y a largo plazo, escogiendo buenos dirigentes y jugadores y aprovechando las ventajas comparativas, puede lograr. La meta es clara en fútbol: hacer goles y ganar partidos. Fijemos nuestra meta como país y avancemos en esa dirección. Que tomen nota nuestros políticos. Que tomemos nota todos.
jueves, octubre 06, 2005
El futuro con linterna
Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
Al paso que vamos, en poco tiempo escribiré esta columna con pluma y papel. Otra vez nos amenazan los apagones. Adiós a las computadoras, el e-mail, el fax. En la era de la tecnología, la globalización, la electrónica y la información volando a toda velocidad, los ecuatorianos estamos a punto de volver a los chasquis. La falta de planificación de nuestros gobiernos nos sumerge en lo más profundo del fango tercermundista. Hablamos de competitividad, libre comercio, reactivación y dudamos si podremos encender nuestras computadoras y hacer andar nuestras fábricas.
¿Quién responde por la falta de planificación? ¿Quién nos paga las pérdidas? ¿A quién le cobra el pobre ciudadano por su refrigeradora quemada por los cambios de voltaje? ¿Quién le paga a las empresas las horas perdidas con maquinaria apagada? Nadie responde. Silencio en la capital. Los culpables se esconden en las esquinas de nuestra oscura historia política. A cambio nos ofrecen multas si no ahorramos electricidad.
Gobierno tras gobierno se han lanzado la pelotita del futuro para concentrarse en lo inmediato. Nadie analiza las acciones que se deben tomar para el país del 2010, 2015, 2020. Nuestros gobiernos se concentran en sobrevivir. Como alcohólicos en recuperación, solo piensan en el día a día. Hoy no tomaré un trago. Hoy no me echarán del poder. En mañana y pasado mañana que piensen otros. Es cierto que no podemos echarle la culpa a los actuales gobernantes y políticos por la crisis energética (aunque algunos de ellos sí son parte de las decisiones que no se tomaron en un pasado), pero sí debemos exigirles que no cometan los mismos errores.
Vamos todos a ahorrar electricidad como nos piden porque no queremos apagones, porque no queremos pérdidas, porque queremos salir de esta crisis y porque no queremos que nos multen. Por lo pronto podemos apagar la televisión y en lugar de envenenarnos con la crónica roja y programas que dan vergüenza ajena, podemos leer un libro o simplemente conversar. Pero el asunto no puede quedarse ahí. Este Gobierno debe diseñar y mostrarnos el mapa para un Ecuador con energía.
El Congreso ya puede hacer lo suyo apoyando el proyecto para crear incentivos tributarios, que atraería a empresas extranjeras a invertir en el sector eléctrico. Y este Gobierno tiene la oportunidad de convertirse en el Gobierno de la energía ejecutando los proyectos que otros han postergado año tras año, invirtiendo en el Ecuador de los próximos años y no de la próxima encuesta de popularidad.
Pero estoy soñando. Este Gobierno de paso, al igual que los anteriores, se concentrará en sobrevivir, en caerle bien a los grupos de poder, en desfilar por conferencias y asambleas internacionales, en esperar a que venga el siguiente. No hará nada por nuestro futuro. Dejará a un lado los proyectos eléctricos, la educación, la salud y todo aquello que no ofrezca resultados inmediatos. Se irá Palacio sin pena ni gloria logrando su objetivo: sobrevivir en el poder. Que del mañana se encargue el siguiente gobierno. Y el siguiente y el siguiente.
Ojalá esté equivocado. Que este Gobierno nos sorprenda. Que las acciones de hoy enciendan las luces y las máquinas del Ecuador del 2010. Por lo pronto voy comprando velas y linternas para iluminar los oscuros días que nos esperan.
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
Al paso que vamos, en poco tiempo escribiré esta columna con pluma y papel. Otra vez nos amenazan los apagones. Adiós a las computadoras, el e-mail, el fax. En la era de la tecnología, la globalización, la electrónica y la información volando a toda velocidad, los ecuatorianos estamos a punto de volver a los chasquis. La falta de planificación de nuestros gobiernos nos sumerge en lo más profundo del fango tercermundista. Hablamos de competitividad, libre comercio, reactivación y dudamos si podremos encender nuestras computadoras y hacer andar nuestras fábricas.
¿Quién responde por la falta de planificación? ¿Quién nos paga las pérdidas? ¿A quién le cobra el pobre ciudadano por su refrigeradora quemada por los cambios de voltaje? ¿Quién le paga a las empresas las horas perdidas con maquinaria apagada? Nadie responde. Silencio en la capital. Los culpables se esconden en las esquinas de nuestra oscura historia política. A cambio nos ofrecen multas si no ahorramos electricidad.
Gobierno tras gobierno se han lanzado la pelotita del futuro para concentrarse en lo inmediato. Nadie analiza las acciones que se deben tomar para el país del 2010, 2015, 2020. Nuestros gobiernos se concentran en sobrevivir. Como alcohólicos en recuperación, solo piensan en el día a día. Hoy no tomaré un trago. Hoy no me echarán del poder. En mañana y pasado mañana que piensen otros. Es cierto que no podemos echarle la culpa a los actuales gobernantes y políticos por la crisis energética (aunque algunos de ellos sí son parte de las decisiones que no se tomaron en un pasado), pero sí debemos exigirles que no cometan los mismos errores.
Vamos todos a ahorrar electricidad como nos piden porque no queremos apagones, porque no queremos pérdidas, porque queremos salir de esta crisis y porque no queremos que nos multen. Por lo pronto podemos apagar la televisión y en lugar de envenenarnos con la crónica roja y programas que dan vergüenza ajena, podemos leer un libro o simplemente conversar. Pero el asunto no puede quedarse ahí. Este Gobierno debe diseñar y mostrarnos el mapa para un Ecuador con energía.
El Congreso ya puede hacer lo suyo apoyando el proyecto para crear incentivos tributarios, que atraería a empresas extranjeras a invertir en el sector eléctrico. Y este Gobierno tiene la oportunidad de convertirse en el Gobierno de la energía ejecutando los proyectos que otros han postergado año tras año, invirtiendo en el Ecuador de los próximos años y no de la próxima encuesta de popularidad.
Pero estoy soñando. Este Gobierno de paso, al igual que los anteriores, se concentrará en sobrevivir, en caerle bien a los grupos de poder, en desfilar por conferencias y asambleas internacionales, en esperar a que venga el siguiente. No hará nada por nuestro futuro. Dejará a un lado los proyectos eléctricos, la educación, la salud y todo aquello que no ofrezca resultados inmediatos. Se irá Palacio sin pena ni gloria logrando su objetivo: sobrevivir en el poder. Que del mañana se encargue el siguiente gobierno. Y el siguiente y el siguiente.
Ojalá esté equivocado. Que este Gobierno nos sorprenda. Que las acciones de hoy enciendan las luces y las máquinas del Ecuador del 2010. Por lo pronto voy comprando velas y linternas para iluminar los oscuros días que nos esperan.
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