Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO - Guayaquil, Ecuador
Salen barcos llenos de esperanzas sorteando peligros en el mar. El hambre, el sacrificio y los riesgos del viaje, todo se aguanta ante la ilusión de alcanzar el sueño americano. Los sueños del joven azuayo no están en las calles de Cuenca sino en la avenida Roosevelt de Queens. La libertad, progreso y oportunidades en Estados Unidos atraen como un imán y no dan descanso a coyotes, aerolíneas y consulados. Una greencard vale más que cualquier tarjeta ilimitada. Pero mientras todo esto pasa, el gobierno gringo crea rechazo y Hugo y Fidel ganan adeptos.
Extraña paradoja. Latinoamérica emigra donde el Tío Sam vistiendo la camiseta del Che. Latinoamérica huye a Estados Unidos, pero alaba a Cuba y Venezuela. No veo barcos navegando a La Habana con emigrantes apretados en su interior. No veo aviones volando a Caracas con pasajeros que piensan quedarse. Sin embargo, cada día suenan más las voces a favor de Chávez. Y se escucha nuevamente la eterna cantaleta de que en Cuba nadie tiene hambre y todos gozan de buena educación y salud.
Fidel y Hugo saben vender sueños empaquetados en imágenes y discursos. Con demostraciones como la del “ejército de batas blancas” Latinoamérica les cree y empieza a hablar del éxito de Venezuela y el paraíso que es Cuba. Las pobres realidades de esos países no importan cuando sus discursos y sus actos transmiten esperanza a un pueblo desesperado. Hugo y Fidel serían recibidos hoy entre vivas y banderines. Pero claro, el próximo barco a Cuba saldrá vacío.
Bush Jr. y el gobierno gringo, en cambio, pierden la oportunidad de hacerse querer y avergüenzan al mundo. Su guerra en Iraq cada día apesta más a injusticia y muerte. Su doble discurso alaba el TLC y la integración para luego poner trabas a cualquiera que afecte a sus grupillos protegidos. Su arrogante y cuadrado ultraconservadurismo pretende evangelizar al mundo con una sola verdad, la verdad gringa. La positiva realidad de Estados Unidos pasa a segundo plano ante tanta noticia negativa que nos envían. Bush sería recibido hoy entre yucas y pifias. Pero claro, el próximo barco a Guatemala con destino final a Estados Unidos irá lleno a reventar.
Bush está perdiendo a sus aliados del sur por sus propios errores y arrogancia. Los gringos tienen argumentos y realidades de sobra para que Latinoamérica se convierta en su mejor aliado. Su tradición democrática, seguridad jurídica, oportunidades, igualdad de derechos, libertad de expresión, apoyo a la empresa privada, educación para todos, entre muchísimas virtudes más, son un ejemplo para Latinoamérica. Sin embargo, Bush no nos extiende la mano mientras Chávez nos abre los brazos. Latinoamérica encuentra aliados en quienes se ofrecen serlo. Y en Estados Unidos nadie contesta a la puerta.
Los barcos no van a la Habana ni a Caracas. Van a New York, a Miami, a Madrid, a Londres. Van a países donde las leyes permiten trabajar, hacer dinero y crear empleo. Pero la imaginación de Latinoamérica no sigue a los barcos, sigue discursos y sueños de uniforme y boina. Si Estados Unidos quiere que miremos arriba del Caribe que nos manden una señal. Que demuestren no en palabras sino en hechos que les importamos. De lo contrario Estados Unidos seguirá ganando inmigrantes y perdiendo aliados.
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