Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO - Guayaquil, Ecuador
La alegría de ver a nuestra selección empatar con Perú me la quitó de un golpe la imagen y los insultos del honorable Omar, listo para estrangular a algún diputado. Era solo el comienzo de todo un combo de sorpresas que nos esperaba.
De un solo toque, el Pichi absuelve a su pana, que desde su tarima grita, canta, llora, insulta. Mientras tanto, Lucio se lava las manos, como si aquella visita a Panamá nada tuviese que ver con todo esto. Y cuando queremos, cual Condorito, gritar: ¡Exijo una explicación!, aparece Alvarito con su elegante dicción y brillantes ideas con las que pretende guiar el destino de este infortunado país.
Y es ahí cuando nos preguntamos, como la canción de Joaquín Sabina, “¿Quién me ha robado el mes de abril, cómo pudo sucederme a mí?”. ¿En qué momento caímos tan bajo? ¿Qué hemos hecho para merecer esto?
Podemos buscar culpables en los Lucios y Omares que nos gobiernan hoy, en los pasillos de Carondelet, el Congreso, la Casa Blanca y el FMI. Podemos apuntar con el dedo al centralismo, al regionalismo, a nuestra burocracia dorada, a nuestros banqueros en fuga, nuestros militares con privilegios excesivos. Podemos hablar de izquierdas y derechas torcidas, dueños del país destructivos, oligarquías opresoras. Podemos, en fin, apuntar a tantos culpables hasta llegar a Colón y reclamarle a los conquistadores por la explotación y el oro que se llevaron. Pero, al final y al comienzo de todo llegamos a lo esencial: que estamos como estamos y hoy vivimos los atropellos que vivimos porque en este país nunca se ha invertido en educación.
Suena sencillo decirlo. Siempre lo decimos: que la educación debe ser la prioridad de nuestros gobiernos, que sin educación no hay futuro, que solo educándonos progresaremos. Sin embargo, nadie hace nada al respecto. Gobierno tras gobierno han despilfarrado el dinero que correspondía a libros, maestros y bancas: gobiernos mentirosos que juraron reducir el tamaño del Estado y que al final, con tal de evitarse la fatiga de huelgas y reclamos capitalinos, conservaron el trabajo de hasta el último burócrata; gobiernos sin pantalones que se dedicaron a besar algo más que la mano de los militares, evitando reorganizar las Fuerzas Armadas y acabar de una vez por todas con todos sus privilegios desmedidos; gobiernos que no enfrentaron a la UNE y las mafias de nuestra educación, evitando indefinidamente la ruta hacia un pueblo educado y libre. Hoy todos se espantan con nuestra realidad política y social, olvidando que para llegar tan bajo fue necesario primero sembrar las semillas de ignorancia que dieron vida al árbol torcido con sus frutos podridos. Lucio es el gran culpable de nuestros males actuales, pero Lucio no hubiera llegado al poder en un Ecuador educado.
Hoy somos el resultado de una sucesión de gobiernos que escogieron el camino fácil. El cambio vendrá solo con la decisión firme de invertir en nuestra educación. Los fondos para educarnos están ahí, en los sueldos y privilegios de las verdaderas oligarquías del país: la burocracia y las Fuerzas Armadas. Mientras nuestros gobiernos no se atrevan a dar el paso firme, acabar con clientelismos y privilegios e invertir de verdad en la educación de nuestra gente, seguiremos con Pichis, Lucios y Abdalás en el poder. Y nos lamentaremos, como hoy, por el mes de abril que nos están robando.
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