Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO - Guayaquil, Ecuador
Lees el periódico, ves las noticias en la tele y te quejas. Reniegas de los políticos sinvergüenzas, de las cortes bochornosas y de aquellos que nos hunden con solo una llamada de celular. Eres un tipo honesto y trabajador, eso lo saben todos. Produces para el país el dinero que otros solo saben rifarse en los pasillos del Congreso, ministerios y Carondelet.
En la universidad discutías con tus amigos por largas horas los problemas del país, la decadencia de la política y todo lo que harías por cambiar las cosas. Entrarías en política, ocuparías cargos públicos y harías la diferencia. Pero primero debías hacer dinero y te pusiste a trabajar. Creció tu empresa. Llegaron tus hijos, escuela, colegio, universidad. Vino la casa nueva, los viajes, los pequeños lujos. Hiciste dinero, creaste empleos, produjiste para tu bolsillo y el bolsillo nacional. Lo de entrar en política lo fuiste postergando y poco a poco olvidando.
A menudo te encuentras con aquellos amigos de sueños e ideales. Discuten y se quejan por largas horas sobre el desastroso país en el que les toca vivir. Pero ahí queda la discusión. En simples quejas. Ya no propones luchar para cambiar las cosas. Ya nadie quiere entrar en política, meterse en el estiércol e intentar limpiar toda esa porquería. “Ojalá nuestros jóvenes hagan algo por este país”, se dicen resignados antes de despedirse.
¡Como si ya estuvieras viejo para hacer algo! Para trabajar todos los días en tu empresa te sientes joven, para correr en el gimnasio cada mañana te sientes fuerte y adolescente, para entrar en política ya te sientes jubilado. Piensas: he trabajado por mi país desde mi empresa más que cualquiera de esos diputados que no saben lo que es ganar un sueldo produciendo. No quiero que manchen mi nombre políticos corruptos que hunden a toda persona honesta que ocupa un cargo público. De acuerdo. Este país necesita más empresarios como tú que produzcan, más jóvenes creando nuevas empresas y negocios, y menos jóvenes mediocres viendo cómo se consiguen un puestito en el ministerio donde trabaja el tío. Hay que producir para que el país crezca. Tienes razón, has hecho mucho por tu país con tu empresa, tu negocio, tu profesión. Pero en el fondo, bien en el fondo, de cuando tenías 24 años y tenías sueños, ganas y esperanzas, ¿no quisieras hacer algo más?
Esta noche cuando veas en las noticias las riñas en el Congreso, las ignorantes declaraciones salidas de Carondelet, los rugidos destructores, las llamadas divisorias desde Panamá, y estés a punto de criticar e insultar a la pantalla, piensa en tus sueños jóvenes, piensa en lo que has hecho por ellos. Mira a tu alrededor, y date cuenta que no te falta nada, que te puedes dar el lujo de encargar tus negocios por unos años. Tal vez ganarás un poco menos de dinero, pero harás ganar al país.
Yo creo en gente como tú. Sí, creo también en los jóvenes como yo. Pero los jóvenes honestos no podemos darnos el lujo de no trabajar y pasearnos por el Congreso con un celular. Debemos trabajar, producir y asegurar nuestro bienestar. Queremos poner el hombro por el país, pero necesitamos a alguien como tú a quien apoyar. Tienes el tiempo, la experiencia y la estabilidad, nosotros los jóvenes pondremos las ganas. Queremos al igual que tú hacer algo por este país antes que sea demasiado tarde, antes que aquellos que nos avergüenzan hoy desde el Congreso terminen controlando cada esquina de nuestro destino. ¿Te animas a dar el paso? El país lo espera todo de ti.